El pasado miércoles fue puesto a circular el Código Procesal Penal en clave constitucional de la autoría de Dra. María del Pilar Zuleta y cuyo prólogo tuve a bien escribir. Se trata de una magnífica obra de enorme utilidad para los estudiantes y profesionales del Derecho porque llega en el momento mismo en que, transcurrida más de una década de intensa labor jurisprudencial del Tribunal Constitucional y con una nueva cohorte en dicha Alta Corte presidida por el magistrado Napoleón Estévez Lavandier, la República Dominicana siente cada día más los frescos vientos del fenómeno global de la constitucionalización del Derecho y la judicialización del Derecho escrito legislado.
En su libro, la autora nos pone al tanto no solo de la interpretación que los jueces constitucionales especializados proveen de las normas procesales penales, sino también de la interpretación provista por otras reputadas jurisdicciones constitucionales del Derecho constitucional comparado.
Y además: Zuleta, sabedora de que no solo vivimos en el mundo de la constitucionalización del Derecho, sino también el de su convencionalización -al punto que puede hablarse de un Derecho procesal penal convencional a cuya cabeza se encuentra el “bloque de convencionalidad”, corpus de mínimos, que solo cede ante la norma nacional, constitucional o infra constitucional más favorable a la persona- suministra también la interpretación provista por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuyas decisiones son por mandato convencional, constitucional y legal vinculantes para el país.
Resaltan dos dimensiones claves de la autora: su capacidad didáctica, consolidada en su ejercicio como veterana profesora de grado y posgrado -se habla incluso ya de una “Escuela Zuleta”, formada por un selecto grupo de fieles discípulos, presenciales o a distancia, que ya comienza a tomar por asalto los tribunales-, columnista habitual en la prensa y acuciosa investigadora; y la concreción de un pensamiento dogmático-práctico de quien a la vez es activa, brillante y dedicada consultora y litigante.
Esta obra de Zuleta impactará, sin duda alguna, la enseñanza del Derecho procesal penal, disciplina que durante largo tiempo se mantuvo ajena a los desarrollos jurisprudenciales pero que, como consecuencia de la constitucionalización del Derecho y la evolución del Derecho legislado a un Derecho crecientemente jurisprudencial, ya no puede escapar al influjo de los precedentes judiciales y constitucionales.
Hay que decir que es también magna tarea la que emprendió la autora al referenciar jurisprudencial y constitucionalmente el Código Procesal Penal, lo que ameritará nuevas y sucesivas ediciones de esta excelente obra, porque con ella no solo se contribuye a visibilizar y criticar las veleidades jurisprudenciales -contrastándolas con la jurisprudencia constitucional de otros países- sino, sobre todo, porque con la misma se logra disminuir la inseguridad jurídico-procesal en la que caemos muchos justiciables y litigantes, al ignorar los desarrollos jurisprudenciales, por culpa de una doctrina indiferente a los mismos y que vive totalmente alelada y alejada en el paraíso de una jurisprudencia de conceptos, aislada del Derecho práctico, puro y duro, tal como es aplicado por los tribunales. Más sola, como diría Sabina, que un poeta en el aeropuerto.
Decía Immanuel Kant que es muy fácil descubrir algo “después que le han indicado a uno hacia donde mirar”. Zuleta logra a la perfección en esta obra orientar nuestra mirada, para permitirnos así fácilmente descubrir el nuevo y apasionante mundo jurisprudencial constitucional procesal penal dominicano.
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