I.- Dificultad para hablar aquí de la ética
1.- En la República Dominicana, un país ubicado en una de las regiones del mundo terrenal donde más acentuada está la desigualdad de oportunidades, parecería un contrasentido referirse a la ética como ciencia de la moral.
2.- Hablar del bien y del mal, y de la necesidad de que cada persona física actúe apegada a un código moral es, en nuestro medio, sustraerse a la realidad para caer en el utopismo.
3.- No desconocemos que es difícil exponer sobre la ética en un ambiente como el dominicano, dominado por la mercancía dinero, donde es notoria la baja esperanza de vida, la alta mortalidad infantil, elevada la desnutrición en la niñez y la opulencia horroriza ante tanta pobreza.
4.- Allí donde predomina el lucro sobre el ser humano, la moral se mide por los beneficios que se obtienen de los productos sometidos a la oferta y a la demanda, y cada quien tiene por ética lo que le es beneficioso.
5.- Por encima del criterio mercantilista que está en la mente de los que aquí hoy controlan el poder económico, político y social, y determinan la conciencia social, debemos sobreponernos con las opiniones que creemos deben estar fijas en el cerebro de las futuras generaciones y de la actual todavía no desalmada.
II.- El caso de los peloteros dominicanos sancionados y la ética
6.- Para lograr hacer mejores a las personas en su forma de ser ante las demás, se hace necesario prepararlas a los fines de que entiendan que comportarse bien es llevar en su mente el deber de accionar sin dañar a otro.
7.- Sin tomar en cuenta la descomposición y las inmoralidades que a diario comprobamos, hay que demostrar, predicar, hacer saber que no debemos continuar accionando fuera de la decencia, que portarse con honestidad es lo correcto, lo que nos hace ver como ciudadanos meritorios.
8.- Por todos los medios, en toda ocasión y lugar, se impone que llevemos como tema que no es verdad que por naturaleza, las dominicanas y los dominicanos, somos inclinados a la degeneración y que, por tal razón, nos dedicamos a la corrupción, y al empeoramiento en todas sus manifestaciones.
9.- Ante cualquier acción indecorosa, hay que hacer hincapié de que su actor procedió en semejante forma, porque en su hogar no le enseñaron lo que es actuar apegado a la ética, que la persona educada en los principios de la decencia no incurre en lo deshonesto.
10.- El medio social dominicano es propicio para a cada momento traer a colación la ética, porque son habituales las acciones feas en las cuales se pone de manifiesto el proceder obsceno, desvergonzado y descarado. En ese espacio es donde hay que predicar el buen proceder y el actual decoroso.
11.- Son muchas las familias dominicanas que han caído en el descrédito, porque los padres no se ocuparon de educar a sus vástagos para la convivencia basada en la ética. La buena fama familiar descansa en la preparación impartida a los descendientes, para obrar como merecedores de prestigio, y no en el deshonor.
12.- En el hogar, mamá y papá, tienen el control educativo de su prole, en la decencia y moderación de la conducta moral y social. Es cuestión de que papi y mami, se ocupen de hacer saber a sus parvulitos que honradez, integridad y dignidad, son inherentes a su personalidad y que, en consecuencia, nunca deben apartarse de esa forma de vivir en sociedad.
13.- El mayor número de jugadores de béisbol en grandes ligas, sancionados por dopaje, son dominicanos, y la explicación de esa fea mancha es que los progenitores de esos deportistas fallaron en no explicarles que ese pasatiempo hay que ejecutarlo con ética, con honestidad, para no caer en la mala reputación que hoy acompaña a los peloteros de nuestro país.
14.- El núcleo familiar donde no se exalta la ética como guía de vida, los padres no deben esperar prestigio en sus hijas e hijos, dignidad y meritorio renombre, porque allí donde no se siembran buenos principios, no florece la gloria, si no la deshonra.
III.- La ética manejada como un tabú
15.- Un país como el dominicano, en el cual la ética es tabú, algo prohibido, cada quien se maneja a su mejor conveniencia, e interpreta la moral a lo que su voluntad le manda a hacer o no hacer.
16.- La dominicana y el dominicano, son árbitros de sus propias decisiones. Se sienten en absoluta libertad para darles riendas sueltas a lo que su moral de cafres les diga que está bien o mal hecho. Estamos en el campo ideal para el que quiere portarse muy cruel o algo humano, sensible o como una bestia.
17.- El ser humano no está mentalmente estructurado para vivir en estado de tensión, aterrado porque en cualquier momento un desaprensivo le desprende la cabeza, o le despoja de sus bienes. No es lo mismo tener una existencia horrorizada, que permanecer imperturbable.
18.- Si en verdad aspiramos a dejarle a la posteridad una sociedad humana viable, de personas sociables, estamos en el deber ciudadano y cívico de comenzar, en el hogar y en las escuelas, a hablar de la necesidad de obrar apegado a la ética.
19.- Educar en la ética, no debe convertirse en una consigna politiquera. A ella hay que enseñarla con excelsitud, colocarla en el centro, muy elevada, para que sea practicada y exhibida con naturalidad por ciudadanos y ciudadanas ilustres.
Ideas finales
20.- Las operaciones corruptas, ejecutadas, comprobadas y sus autores condenados de manera irrevocable, deben ser presentadas como muestras de que se cometieron porque aquí no se toma en cuenta la ética en ninguna actividad humana.
21.- A la niñez dominicana hay que inculcarle que el desarrollo universal de la personalidad, tiene como base el trabajo creador y la pureza de su comportamiento que descansa en principios éticos y morales. Las relaciones que establecemos en el medio donde vivimos, y cómo las realizamos, hablan de cómo ponemos en práctica la creencia entre el bien y el mal.
22.- En el hogar y en la escuela, nunca será tarde para comenzar a llevar a la conciencia de los descendientes y los alumnos, que todo acto debe ser realizado pensando en la ética, porque solamente ella determina si se ha procedido de manera correcta, honesta, con integridad, de forma moral o deshonesta.
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