REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La icónica casa de «Mi Pobre Angelito» cambió de dueño justo a tiempo para la temporada navideña. Situada en Winnetka, Illinois, esta propiedad ha sido un símbolo del espíritu festivo desde su aparición en la clásica película de 1990 protagonizada por Macaulay Culkin.
Con un precio de mercado de 5.25 millones de dólares, la residencia recibió una oferta en menos de una semana, según confirmaron los agentes inmobiliarios Dawn McKenna y Katie Moor de Coldwell Banker Realty a People.
McKenna destacó el valor cultural e histórico de la casa, calificándola como «una joya excepcional que supera todas las expectativas».
Construida en 1921, esta casa de aproximadamente 8,400 metros cuadrados está situada en una tranquila calle rodeada de árboles y protegida por una puerta de hierro forjado.
Aunque conserva su diseño clásico, fue renovada en 2018 para adaptarse a las necesidades de la vida moderna. Las actualizaciones incluyeron ampliaciones y mejoras significativas en sus espacios.
Entre las características más destacadas están:
Además, los interiores fueron rediseñados para incluir una sala familiar con techos altos, puertas francesas que conectan al patio, una cocina gourmet y un porche cubierto con chimenea. La casa también cuenta con dos áreas de lavandería, una en cada nivel, y una lujosa suite principal con vestidor, chimenea de gas y baño revestido en mármol.
Más que un inmueble destacado, la casa es un ícono cinematográfico. En “Mi Pobre Angelito”, sirvió como el epicentro de las travesuras de Kevin McCallister, quien quedó accidentalmente solo en Navidad.
Aunque muchos de los interiores se recrearon en un set cercano, la fachada y algunas escenas exteriores filmadas en la residencia original se volvieron legendarias.
Durante el rodaje, la familia Abendshien, entonces propietaria, continuó viviendo allí. Laura Abendshien, hija de los propietarios, recordó cómo su familia debía evitar ser captada por las cámaras y cómo los actores, incluido Macaulay Culkin, usaban las habitaciones para relajarse o estudiar entre tomas.
La casa no solo marcó la historia del cine, sino también la vida de sus residentes. Trisha Johnson, quien compró la propiedad en 2012 por 1.585 millones de dólares, relató cómo los turistas, especialmente en época navideña, recreaban escenas de la película frente a su hogar.
«En ocasiones, escuchábamos gritos de ‘¡Kevin!’ desde el exterior», comentó con humor. Este fenómeno se intensificó con los años, convirtiendo la casa en un destino cultural para los fanáticos de la película.
La venta de esta residencia no solo representa una oportunidad de adquirir una propiedad única, sino también un pedazo de la historia cinematográfica.
Los agentes inmobiliarios resaltaron el valor emocional que esta casa evoca, señalando su capacidad para crear recuerdos familiares imborrables, al igual que los que vivió la familia ficticia McCallister en la película.
“Desde noches de cine hasta reuniones navideñas, esta casa mágica ofrece un espacio donde la nostalgia y la modernidad se entrelazan”, destacó el anuncio.
La residencia continuará siendo un recordatorio de cómo el cine puede transformar un lugar común en un ícono que trasciende generaciones.