Lo de Haití es un caso de terrorismo pues son bandas que aterrorizan a la población y capturan hasta a religiosos norteamericanos para solo soltarlos a cambio de dinero. Consecuentemente no se justificaría enviar otra vez a la Minustah, los cascos azules de diferentes países.
Lo que tienen que hacer los norteamericanos, para evitar lo de los 21,000 haitianos que a partir de 1991 llegaron a las playas de la Florida y tuvieron que ser llevados a Guantánamo, es reproducir sus actuales acciones en Somalia donde luchan contra el terrorismo representado por una filial africana de Al Qaeda. Desde el 2007 hasta hoy, utilizando drones tipo “reaper” desde barcos, así como misiles han buscado destruir a las turbas terroristas. Eso fue apoyado por los gobiernos de Obama y Trump y sigue haciéndolo el de Biden. Hasta ahora tan solo han muerto dos soldados americanos del grupo de operaciones especial y un agente de la CIA. Allí están unos 600 soldados americanos defendiendo el gobierno local contra las bandas terroristas. Se sigue una doctrina que establece que “fuerzas militares deben de ser usadas para fines humanitarios especialmente en conflictos donde hay miles de víctimas”. Existe pues el antecedente. Si Estados Unidos quiere evitar más migración masiva de haitianos debe repetir lo de Somalia.
Por otro lado, no es verdad que los líderes de las bandas haitianas optarán por refugiarse en nuestro país pues es muy conocida la alta eficiencia de los servicios de inteligencia dominicana en localizar personas solicitadas por INTERPOL para ser extraditadas. No solo se trata de europeos y norteamericanos, sino hasta un miembro de nuestro Congreso perteneciente al actual partido en el poder, ha sido extraditado. En Centroamérica han sido extraditados docenas de políticos, incluyendo ex presidentes y vicepresidentes. Los líderes de las turbas haitianas en su condición de terroristas serían solicitados en extradición. Ya el presidente Abinader se adelantó y colocó sus nombres en un decreto.
Ahora muchos de nuestros políticos e intelectuales por primera vez critican públicamente la presencia de tantos haitianos en nuestro país. Yo, por el contrario, fui “pionero” sugiriendo hace 32 años, período equivalente a una generación, las deportaciones y lo hice en una conferencia que salió en la prensa. Allí dije ante un grupo de empresarios dominicanos que contó, además, con la presencia de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez lo siguiente: “La presencia haitiana retrasa la transformación de la economía, mantiene esquemas de producción que deberían ir siendo sustituidos más rápidamente y detiene el crecimiento de los salarios reales y el empleo de dominicanos”. Además, declaré que desde el punto de vista político la presencia de tantos haitianos promovía el anti haitianismo dominicano lo que no convenía ni a los dominicanos ni a los haitianos, debilitaba la política externa dominicana frente a Haití y permitía que fuésemos atacados por maltrato a los haitianos.
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