Madrid (EFE).- La gestación subrogada, permitida en unos países y prohibida en otros, es objeto de controversia por los conflictos económicos, morales y sociales que implica. Esta práctica consiste en implantar un embrión en una mujer que cede o alquila su útero, y quien después de dar a luz, entrega el bebé. Puede ser altruista, si la mujer que se queda embarazada no obtiene dinero por ello; o lucrativa, cuando existe un pago de por medio.
El procedimiento más habitual utiliza la fecundación in vitro para obtener un embrión que luego es implantado en la mujer que cede o alquila su útero para continuar el embarazo. En este caso pueden darse varias situaciones: que los dos gametos procedan de los padres intencionales, que uno de los progenitores proporcione uno de los gametos y el otro sea de un donante; o que los dos gametos procedan de donantes. También se pueden emplear embriones donados.
En España el debate sobre la gestación subrogada ha vuelto al primer plano después de que la actriz y presentadora Ana Obregón haya optado por esta vía a los 68 años.
En España es ilegal, al contrario que en otros países. La legislación cambia de un lugar a otro, y en algunos países la ley prohíbe que exista contraprestación económica o incluso impide que puedan optar por esta vía parejas homosexuales o ciudadanos extranjeros.
Aun así, en España muchas agencias ofrecen sus servicios para proceder a la gestación subrogada en el extranjero. Los paquetes ofertados van desde los 50.000 euros en países del este de Europa a los 100.000 de Estados Unidos o Canadá.
También hay polémica a nivel legal sobre el reconocimiento de estos niños nacidos en el extranjero por gestación subrogada como hijos por parte de sus padres no biológicos. El Tribunal Supremo ha avalado que para conseguirlo se pase formalmente por un proceso de adopción.
De hecho, en una sentencia dictada el pasado mes de abril, el Supremo dejó claro que los contratos de gestación subrogada son nulos de pleno derecho porque vulneran los derechos fundamentales de la mujer gestante y del niño gestado y ratificó que el reconocimiento de la relación de filiación a la madre no biológica debe obtenerse por la vía de la adopción.
La reciente reforma de la ley del aborto incluyó la gestación subrogada como una forma de violencia contra la mujer, pero no se han impuesto mayores trabas para poder registrar a los hijos gestados en el extranjero.
Finalmente, en la reforma de la ley del aborto solo se incluyó un artículo específico para prohibir la promoción comercial y la publicidad de la gestación subrogada.
Uno de los principales destinos es Estados Unidos, donde la gestación subrogada está permitida en algunos Estados y prohibida o limitada en otros (en algunos se considera incluso delito penal). Entre los estados donde se admite para parejas heterosexuales, homosexuales o solteros figuran Florida, California, Arkansas, Delaware, New Hampshire, Nevada e Illinois.
No obstante, en Estados Unidos el proceso puede resultar caro (a partir de unos 120.000 euros, según la empresa Gestlife), por lo que muchos padres y madres recurren a otros países, a veces con menores garantías jurídicas y sanitarias, pero más baratos, como México (donde está permitida legalmente en los estados de Tabasco y Sinaloa), Ucrania -al menos, hasta el inicio de la guerra-, Georgia o Vietnam.
Canadá es uno de los destinos mejor valorados para acceder a este procedimiento pero su legislación no permite el pago a la “madre de alquiler”, lo que hace difícil encontrar mujeres dispuestas a ser gestantes. Los padres deben abonar los costes derivados del embarazo.
Otros países como Rusia, India, Tailandia y Nepal figuraban hasta unos años entre las principales opciones, pero prohibieron esta práctica, la limitaron o vetaron el acceso a los extranjeros, lo que propició que otros tomaran el relevo.
En Rusia, por ejemplo, la Duma aprobó en diciembre de 2022 una ley que prohíbe el acceso a los extranjeros. Según los diputados rusos, en los últimos años cerca de 45.000 niños nacidos en “vientres de alquiler” rusos fueron trasladados al extranjero. Sudáfrica es otro de los países que limita esta práctica a sus nacionales.
Hay también otros que admiten extranjeros, pero solo para parejas heterosexuales, como Ucrania, Georgia, Kazajistán o Bielorrusia.
En Europa, la gestación subrogada está permitida también en países como el Reino Unido, donde al menos uno de los dos miembros de la pareja debe residir allí, y que prohíbe cobrar a la madre gestante, que además, tras el parto, puede decidir quedarse con el niño; Grecia, donde se limita a parejas heterosexuales y mujeres menores de 50 años; y Portugal, cuya ley, en vigor desde enero de 2022, incluye un plazo de hasta 20 días tras el parto en el que la gestante puede arrepentirse y no entregar el bebé.
En Asia, un continente con agudas disparidades socioeconómicas y demográficas, pasa de estar prohibida en China a permitirse sólo como práctica altruista en India, hasta haberse convertido en un oscuro negocio en la depauperada Camboya.
En Australia sólo se permite la gestación “altruista”, si bien con matices según los Estados: mientras algunos permiten su acceso a cualquier ciudadano, independientemente de su orientación sexual o estado marital, otros únicamente aceptan que recurran a ella parejas heterosexuales o mujeres solteras.
En el país oceánico, además, la gestante tiene el derecho a no renunciar al bebé tras dar a luz, en cuyo caso la tutela depende de la decisión de un tribunal.
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