REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Poseer un coeficiente intelectual superior a 160 se considera indicativo de capacidades excepcionales, catalogando a una persona como superdotada. Sin embargo, Michele Borba, una psicóloga educativa y autora reconocida, sostiene que un alto cociente intelectual no garantiza el éxito por sí solo.
Según sus investigaciones, la perseverancia es la cualidad esencial que distingue a aquellos niños altamente motivados de aquellos que tienden a abandonar con facilidad.
Los estudios respaldan esta idea, señalando que la tenacidad y la determinación son predictores más fiables del éxito que el propio coeficiente intelectual. Esta capacidad de persistir frente a los desafíos es lo que mantiene a los individuos motivados y enfocados en completar sus objetivos, a pesar de los obstáculos que puedan encontrar en el camino.
En un artículo para CNBC, Borba comparte estrategias para que los padres puedan inculcar la perseverancia en sus hijos, destacando la importancia de combatir los elementos que minan esta cualidad, tales como la fatiga, la ansiedad, una identidad mal enfocada y expectativas de aprendizaje desequilibradas.
El primer paso es luchar contra los 4 factores que desbaratan la perseverancia. Estos son:
Fatiga: para potenciar la capacidad de concentración de tu hijo es imprescindible que duerma bien. Apagar los dispositivos una hora antes de acostarse y dormir las horas necesarias es clave.
Ansiedad: cuidado con exigir demasiado. «Expresa a tu hijo que tu amor no depende de su éxito».
Identidad: inculca una mentalidad de crecimiento donde se elogie el esfuerzo y no los resultados.
Expectativas de aprendizaje: Las expectativas demasiado altas pueden provocar ansiedad, mientras que las muy o bajas aburrirán, por lo que debes encontrar el equilibrio.
El éxito (sea lo que signifique para cada persona) pocas veces es una carretera recta y llana. Lo normal es que esté repleta de subidas y bajadas. Por lo que resulta importante seguir motivado y aprender cuando las cosas no van del todo bien.
«Recuerda a tus hijos que los errores pueden ser algo positivo, incluso si una situación no resulta como esperaban. Acepta sus errores y diles: ‘No pasa nada por equivocarse. Lo importante es que lo has intentado'», recomienda la psicóloga.
Para hacer más fácil que lo entiendan empieza por admitir tus propios errores. Les ayudará a ver que el éxito se produce «cuando no dejas que los contratiempos te definan».
Enseñar a tus hijos a dividir las grandes tareas en trozos más pequeños les ayudará a sentirse más seguros a la hora de afrontar retos, ya que sabrán cómo hacer las cosas más abordables.
«Si se sienten desmotivados por la gran cantidad de deberes que tienen, pueden anotar cada tarea en una nota adhesiva, apilarlas por dificultad y hacer una a una». Lo conveniente es empezar por la más compleja e ir disminuyendo la dificultad, a medida que vas consumiendo tu energía. Pero a veces una tarea muy sencilla ayuda a arrancar.
El más mínimo éxito puede animar al niño a seguir adelante, ayúdale a identificar sus pequeñas victorias para mantener la constancia.
Borba lo ejemplifica de la siguiente manera: «La última vez, deletreaste 6 palabras correctamente. ¡Hoy has conseguido 8! Eso es un éxito. Estás mejorando gracias a tu esfuerzo».
Cuando el desánimo amenaza y tu hijo quiere abandonar lo que está haciendo, hay un truco que según la especialista puede ayudar a promover su concentración.
Pon un cronómetro y marca un tiempo adecuado a su capacidad y tarea. Solo tiene que seguir trabajando hasta que suene la alarma. Después podrá tomarse un descanso antes de seguir con la tarea.
«Anímale a ver cuántos problemas puede completar antes de que suene el temporizador para que vea que lo están consiguiendo. Con el tiempo, concentrarse será más fácil».
Como explica la autora, a veces los niños se rinden porque no ven la manera de avanzar. Entonces ayuda tomar un descanso y poner algo de distancia. También aprender a reconocer la frustración como un sentimiento normal.
Cuando vuelvan a la tarea, intenta ayudarle a identificar el pequeño obstáculo que se interpone en su camino. Por ejemplo: «Parece que estás confundiendo los símbolos de la suma y la multiplicación».-
«Los niños que han sido elogiados en exceso por su inteligencia hacen lo mínimo necesario para sobrevivir. Nunca aceptan el reto de un trabajo extra desafiante y son reacios a arriesgarse a decir algo que pueda estar mal», opina la profesora y autora Jessica Lahey.
Sin embargo, cuando se les elogia por su esfuerzo, se sienten más motivados y trabajan más. Ya sabes la próxima vez lo que tienes que decir: «¡Te has esforzado mucho! Buen trabajo».
Repetirla varias veces al día puede cambiar totalmente su actitud, motivarle y ayudarle cuando las fuerzas fallan.
Cada vez que solucionas los errores de tu hijo o haces algo por él, aprende cada vez más a depender de ti. «Ahí se va la oportunidad de desarrollar la perseverancia», remarca la especialista.
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