El cuerpo celeste está marcado con la clasificación Apolo que, según la NASA, es la más peligrosa. Un rastreador de la agencia espacial ha calculado que, con su trayectoria actual, se acercará unos 4,5 millones de kilómetros (más de doce veces la distancia que existe entre nuestro planeta y la Luna).
A pesar de que en un principio no vaya a suponer un problema, se estima que un asteroide de las dimensiones del que se aproximará a la Tierra a finales de este mes podría suponer la muerte de aproximadamente 6 millones de personas.
Además de los daños humanos, también se ocasionarían daños ambientales: mucho terreno quedaría yermo y tendrían lugar muchos tsunamis y terremotos. Se podría decir que la colisión de un asteroide contra la Tierra tendría un impacto similar al de una bomba nuclear.
Un ejemplo de lo que podría ocurrir es el meteorito de 17 metros que en 2013 explotó en la atmósfera, cerca de Chelyabinsk (Rusia). Este cuerpo celeste causó daños materiales en unos 7 mil edificios.
El principal inconveniente de los asteroides de tamaño considerablemente pequeño es que son difíciles de localizar con antelación. De momento, en la Universidad de John Hopkins (Baltimore, EE UU) se está investigando de forma virtual y con éxito, pero alertan que, si los cálculos fallasen, la catástrofe no podría frenarse.
El asteroide que el rastreador de la NASA ha calculado que se acercará a la Tierra, sabemos que tiene un tamaño más impresionante que el de 2013. Según BGR, el objeto espacial tiene el tamaño del monumento a Washington -que tiene una altura de 169 metros-, por lo que su descubrimiento ha permitido conocer cómo será su trayectoria con bastante anticipación.
Se estima que en 2028 un asteroide también de clasificación Apolo pase a solo 240.000 kilómetros de la Tierra. Por lo tanto, misiones como la de DART de la NASA se podrán convertir en imprescindibles en menos de una década.