Tras las elecciones, la clase política dominicana, la gobernante y la de oposición tienen un gran reto y un compromiso frente al país, sus instituciones y las expectativas de la población.
Al triunfante partido Revolucionario Moderno, con un poder casi absoluto en el Congreso y al presidente Abinader en su segundo mandato, les toca concentrarse en avanzar en los temas y proyectos públicos de interés general.
A la oposición representada mayoritariamente por los partidos Fuerza del Pueblo y de la Liberación Dominicana (PLD) les corresponde ejercer un efectivo papel de contrapeso que es vital en una sociedad democrática.
Para poder desempeñar ese importante rol frente al Ejecutivo y velando por las mejores causas nacionales, con sentido crítico pero también constructivo, tienen que reorganizar sus cuadros y sus enfoques programáticos.
Lo que si no cabe duda es que la población necesita una especie de respiro tras el agobio y el cansancio de una costosa campaña electoral. Es tiempo de reponer ánimos y concentrar esfuerzos para que el país siga adelante.
Para las próximas elecciones del 2028 hay bastante tiempo y oportunidades. Con una campaña anticipada corremos el riesgo de apartarnos de un enfoque de nación. La prioridad en este momento es trabajar en pro del país y de su gente, sin sectarismo.
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