Las auditorías realizadas periódicamente y con rigor profesional, y sobre todo con independencia e integridad para no prestarse a manejos selectivos, son un formidable instrumento para evaluar y garantizar el buen uso de recursos, tanto en el sector privado como en el público.
Pero en cualquier organismo o esfera en que se realicen, el mayor aporte radica en la posibilidad de que puedan prevenir irregularidades administrativas antes de que se conviertan en hechos consumados con pérdidas y desviaciones irreversibles.
Decimos esto a propósito de las auditorias que ha dado a conocer la Contraloría General de la Republica y que detectaron una serie de anomalías, algunas de ellas por montos millonarios en diferentes dependencias de la administración pública.
Como en la vida todo depende del cristal con que se mira, hay las más diversas y hasta contradictorias interpretaciones.
Para el sector oficial es un ejemplo de transparencia nunca visto desde la fundación de la Contraloría y se trata de tan solo errores de poca monta y subsanables en la mayoría de los casos.
En cambio, para sectores de la oposición y de la sociedad civil, las anomalías han despertado cierta alarma y piden ahondar las investigaciones para establecer de forma fehaciente si en realidad se trata de errores que han sido explicados y hasta justificados en algunos casos.
En cada una de esas percepciones parece haberse perdido de vista un punto fundamental, más allá de los montos envueltos, mueve a una interrogante fundamental:
¿Por qué los controles internos que la Contraloría tiene en cada una de las dependencias oficiales auditadas no detectaron a tiempo las irregularidades para que no llegaran a consumarse? ¿Acaso su responsabilidad no es preventiva, en lugar de reactiva?
Si la metodología seguidamente actualmente no cambia, ¿volveremos a tener cada cierto tiempo auditorias de lo que paso y no de lo que se evitó, se trate de errores, de simples descuidos administrativos o de anomalías que deberían ser investigadas a fondo? El tema requiere un sereno y desapasionado análisis.
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