Bajo la prioridad de salvar vidas y atendiendo al llamado de la República Dominicana y del propio gobierno haitiano, por fin la comunidad internacional comienza a emprender medidas ante la grave crisis en Haití, mas allá de lo que había sido hasta ahora palabras y promesas.
Esa esperada y reclamada intervención humanitaria comienza a tomar cuerpo, ya que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, insto a los miembros de Consejo de Seguridad de ese organismo a considerar con carácter de urgencia un despliegue inmediato en Haití de una fuerza militar especializada para enfrentar el caos y estabilizar esa nación.
La forma y los términos del pronunciamiento de Guterres es un claro y enérgico reconocimiento del dramático deterioro de la seguridad y la violencia que ha convertido en un infierno la vida en el vecino pais, matizada además por un brote de cólera con saldos mortales.
En una carta de opciones dirigida al Consejo de Seguridad, máximo organismo de la ONU, Guterres señala entre las prioridades más inmediatas a tomar: respaldar al pueblo haitiano y apoyar los esfuerzos para generar consenso, reducir la violencia y promover la estabilidad.
Es claro que ese anhelado proceso solo será posible si la presencia de una fuerza militar puede desmantelar las bandas criminales que aterrorizan esa nación con secuestros para exigir cuantiosos rescates y ejecuciones sumarias, un panorama desolador en el que nadie está seguro.
Es de esperar, entonces que la intervención humanitaria se ejecute sin mayor dilación y que pueda sentar las bases para que Haití y su gente recobren la paz y puedan, con ayuda internacional, reencontrar el perdido orden institucional y salir del agobio inhumano en que está inmerso.
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