Durante décadas y a propósito de sonados casos de criminales y personajes de la cosa nostra que encuentran refugio en nuestro país, son muchos los cuestionamientos formulados a las autoridades dominicanas en diferentes periodos de gobierno.
Las quejas en ese sentido se repiten cada vez que se detecta uno de estos casos, pero al cabo de un tiempo no se vuelve a hablar al respecto sin que se explique el porqué de la inacción de las autoridades locales para prevenir este tipo de situaciones.
Lo más preocupante y para lo que mucha gente no encuentra una justificación, es que en la mayoría de los casos el denominador común envuelve a figuras del crimen organizado que habían logrado establecerse en el país sin ser detectados.
Decimos esto a propósito de la detención de tres holandeses, integrantes de lo que las autoridades definen como una organización que utilizaba el país como base de operaciones para enviar toneladas de droga a los Países Bajos.
Figuraban en listas internacionales de extraditables pero hacían vida normal en el país como personas respetables y, por tanto, podían encubrir sus actividades ilícitas de tal forma que pasaban desapercibidos.
¿Estos personajes del bajo mundo, con amplio prontuario y un claro perfil de operaciones mafiosas gozaban de encubrimiento o protección de alguna autoridad local? ¿De qué medios se valían para no ser descubiertos y poder enviar grandes cargamentos de droga al continente europeo?
El presente caso no debe quedar cerrado si finalmente los señalados se acogen al pedido de extradición formulado por autoridades del viejo continente.
Aquí corresponde escudriñar sus nexos locales y establecer responsabilidades para que el país deje de ser refugio seguro para la mafia internacional.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email