Como ocurre casi siempre con cualquier proyecto que intenta reducir gastos del presupuesto, en otras palabras, ahorrar el dinero que aportamos todos los contribuyentes que pagamos impuestos, el solo anuncio, tiende a generar apoyo entre la población.
Al parecer esa es la reacción que en principio ha provocado el anuncio del presidente Abinader que se propone incluir en su propuesta de reforma a la Constitución, la reducción de 53 escaños en la Cámara de Diputados.
A simple vista, la reducción de los legisladores parecería atendible si nos comparamos con otros países de mayor población y extensión territorial, que a pesar de eso tienen una representación de diputados o congresistas en general más reducida, como es el caso de Colombia y Perú , para citar solo dos casos.
En ese sentido, hay que destacar que solo el Gran Santo Domingo y Santiago abarcan el 42 por ciento de la matrícula de nuestros 190 diputados.
Algo clave a tomar en cuenta: quién garantiza que los legisladores instalados como constituyentes aprueben reducir en términos numéricos la posibilidad de aspirar a puestos de diputación en procesos electorales venideros.
Siempre se ha dicho que las clases no se suicidan, o sea que rara vez actúan en contra de sus aspiraciones e intereses particulares.
Esperemos que esta vez actúen con madurez y que la decisión sea una que beneficie al país.
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