Existen muchas definiciones de la política como tal, por ejemplo, según la RAE:
– Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su
opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.
– Arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para
alcanzar un fin determinado.
Un sinfín de definiciones que podemos estudiarlas y sobre todo, ejecutarlo con
dignidad, con educación y voluntad.
Cuando leí el Boletín de Competitividad Sectorial (BCS) 2021, publicado por el
Ministerio de Economía, planificación y desarrollo (Mepyd) que da a conocer que el
62.3% de la población dominicana de 10 años no podía leer ni entender un texto
simple.
República Dominicana tiene un grave problema en este sentido y entre otros, esa
pobreza de aprendizaje nos acerca al promedio de América Latina y el Caribe que es un
62.1%. Es decir que los estudiantes dominicanos presentan un inaudito retraso de
hasta cuatro años en comparación de América Latina.
¿Cómo puede un país con ese nivel educativo avanzar?
Un país sin educación no tiene futuro, porque es incapaz de tener una mentalidad
progresista por más que se le explique, porque no lo entiende. Estos datos no me
sorprenden, cuando he nacido en un país en el que los ciudadanos ven una
oportunidad en la política para adquirir poder, una botella, sin una preparación,
porque manda aquel que tiene dinero, no el más preparado… normal, porque si el
pueblo no entiende, es fácil de engañar.
Unas de las mayores responsabilidades que puede asumir un ciudadano es establecer
leyes para gobernar un país, legislar.
En nuestro país existen muchas personas preparadas pero exhaustos con la política;
pero entiendo que a los que les importa el país la única manera de transformar las cosas
es involucrarse en ellas y no ser un simple espectador viendo la vida y el tiempo pasar.
“El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”
Platón.
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