Dubái.- La estrecha relación del calentamiento global con la salud, la guerra y la paz entró esta jornada por vez primera en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP28), en donde se repitió el mensaje de la poca preparación global para las necesidades de las personas más vulnerables por los conflictos y catástrofes ligadas al cambio climático.
En la primera jornada temática de esta reunión, un grupo de 70 países y 39 organizaciones internacionales reconoció en un documento conjunto que los esfuerzos para generar “resiliencia” climática están “insuficientemente adaptados” a las necesidades reales y los retos que supone la crisis ambiental.
Esta Declaración sobre el Clima, el Socorro, la Recuperación y la Paz insistió en la necesidad de incrementar la financiación para satisfacer las necesidades humanitarias en los países más vulnerables a la crisis climática.
“La fragilidad y los conflictos aumentan la vulnerabilidad y la exposición de las personas a los riesgos climáticos e impiden la capacidad de afrontamiento y las opciones de adaptación”, reza el documento.
También se presentó este domingo en la COP28 la Carta sobre Financiación y Gestión de Riesgos, que fija una serie de principios para mejorar la respuesta en países más perjudicados por la crisis climática y anticiparse a los desastres naturales.
“Las estimaciones sugieren que los costes anuales por pérdidas y daños asociados al cambio climático oscilarán entre 290.000 y 580.000 millones de dólares de aquí a 2030. Estas pérdidas son más devastadoras en los entornos de bajos ingresos, donde una media de 189 millones de personas al año se han visto afectadas por fenómenos meteorológicos extremos desde 1991”, señala el texto.
La religión, que por primera vez tiene un espacio dedicado en una COP, llegó también a la jornada con una presentación del papa Francisco y el gran imán Ahmed al Tayeb, jeque de la Universidad de Al Azhar, la principal fuente de opinión teológica del islám suní.
En un video mensaje en la inauguración del Pabellón de la Fe, reclamaron unión y acción para frenar el cambio climático y para acabar con las guerras y asegurar la paz mundial, pues si los conflictos se mantienen será imposible salvaguardar la Tierra.
En su mensaje, el Papa destacó que este hecho atestigua «la voluntad de trabajar juntos» y que el mundo necesita «alianzas que no sean contra alguien, sino a favor de todos».
En este sentido, ha urgido a las religiones a dar ejemplo trabajando juntas en pro de los intereses de nuestro mundo, entre los que ha dicho que los dos más importantes ahora son la paz y el clima.
Por su parte, Ahmed al Tayeb, pidió «intensificar los esfuerzos encaminados a proteger nuestro medio ambiente común de la destrucción inminente, que se avecina año tras año».
Al Tayeb aprovechó para mostrar su preocupación «por los actos de violencia, sabotaje y destrucción observados en la tierra ocupada de Palestina», y pidió al mundo poner fin a «estas guerras atroces y criminales» porque si persiste «no quedarán ni un entorno viable ni un clima habitable para nuestros hijos o para las generaciones futuras».
Palestina, de hecho, está presente en la COP28 con una pequeña delegación de apenas cuatro personas, dedicadas como dijo a EFE la representante Hanan Hijaw a denunciar las «violaciones israelíes» al medioambiente de su país, en empiezan por la «confiscación illegal de terreno palestino».
La guerra en Gaza pasa de refilón en la reunión, y salvo las menciones religiosa y algunas de políticos, apenas ha tenido presencia en los despachos negociadores.
En este día del «Socorro, Recuperación y Paz», se constató que la guerra, que extingue flora y fauna, contamina el agua y la tierra y hasta deja radiación nuclear, no tiene mucha cabida en el programa oficial de la Cumbre del Clima.
En este sentido, varias ONG dedicadas al estudio del impacto de la guerra en el ambiente denunciaron a EFE que éste es un tema que pasa de puntillas en los debates climáticos y sigue sin ser estudiado.
«Los vínculos entre la guerra y la militarización con la crisis climática son claros, pero siguen sin estudiarse las emisiones de CO2 de los conflictos después de que fueran excluidas del Protocolo de Kyoto en 1992 por presiones de Estados Unidos», denunciaron estas organizaciones.
Además, los escasos datos relativos a estas emisiones militares en los informes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) se esconden en otras categorías estadísticas o directamente no se publican.