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La sociedad dominicana, un revoltillo de inconductas

Cada dominicano o dominicana, debe aspirar a que en el futuro surja en nuestro país, una comunidad de seres humanos que ajusten sus actos al correcto proceder moral, cívico, ético y ciudadano.

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I.- La nuestra, sociedad adecuada para dignos y despreciables

1.- La sociedad dominicana, como colectividad humana, es un revoltillo de voluntades, y de intereses desemejantes, que van desde los económicos, pasando por los sociales, hasta llegar a los más excelentes en cualquier aspecto y los más innobles.

2.- Porque el medio social dominicano es adecuado para mujeres y hombres buenos, como también para malvados, hay que estar preparado para hacerle frente a las más diversas situaciones.

3.- Lo deseado es convivir con personas de una sola línea de conducta, pero como estamos viviendo en una sociedad heterogénea desde el punto de vista clasista, es pura ilusión creer que vamos a compartir con comunitarios de igual proceder y sentimientos.

4.- Lo correcto es aspirar y comenzar a preparar a la dominicana y al dominicano, que en el porvenir estén hechos para comportarse libres de los vicios que han dañado, en general, al común de nuestros coterráneos.

5.- Los padres y las madres de hoy, deben esforzarse para dejarles a la posteridad a los que serán ciudadanas y ciudadanos libres de las tachas que hoy constituyen una afrenta para cualquier colectividad medianamente civilizada.

6.- No es un deseo exagerado, nada desmedido, querer para el futuro de nuestro país, un ente social de fácil trato, que no sea insociable, como ese que hoy hace imposible la comunicación  con los demás.

7.- Lo más normal es nunca más volver a tener pisando la tierra dominicana, a esa persona intratable que, como el indolente, no se afecta o conmueve por nada.

8.- No escapa a nuestro conocimiento que estamos conviviendo con personas ya curtidas en el “me da lo mismo”; “dejar a hacer”; “poco me importa”; “como no me afecta”, “qué carajo”. Pura y simplemente, estamos en un período de la vida nacional que se ajusta a todos los deseos, sin importar que sean los más dignos o despreciables.

II.- No debemos caer en el pesimismo

9.- Hay que suponer que en nuestro país no todo está perdido en lo que a buenos sentimientos se refiere, y que, por tanto, todavía queda gente sensible que razona en el sentido de que algo debemos hacer para que la situación no siga pervertida como hasta ahora.

10.- En la nación dominicana, a pesar de todo, aún es posible lograr levantar a niñas y niños, no contaminados por los vicios sociales que emanan de la enferma sociedad actual.

11.- Algún segmento de la niñez dominicana, nacida ahora, entresacándolo con pinzas, es posible seleccionar a los que en el mañana estarán con ideas nobles, ausentes de suciedad.

12.- Padres y maestros, con sumo cuidado y en interés de formar a sus hijos y alumnos, ojalá tengan la posibilidad de llegar a educar para la posteridad a un material humano limpio, de sana intención e íntegro.

13.- Desde lo más hondo del presente fango social dominicano,   hay que separar a lo que se puede salvar, para lograr hacer a ese ser humano que queremos como ciudadano bien deseado.

14.- Cada día y con más fe, debemos mantenernos esperanzados de que nuestras buenas ilusiones se van a concretizar, manteniendo el optimismo de compartir con connacionales limpios de conciencia, alma y corazón.

15.- Aunque estamos en una sociedad viciada hasta el tuétano, echa una lástima, virulenta, despiadada y cruel, no debemos caer en la entrega al pesimismo, a la frustración.

III.- Lo que deseamos para el futuro

16.- Estamos conscientes de que vivimos en un ambiente dañado en lo ético y moral, pero no ignoramos que, aunque no son la mayoría, todavía hay mujeres y hombres que no han sucumbido ante el descalabro de la decencia y la honestidad.

17.- Entregarse no forma parte del proceder cívico y ciudadano de quienes están hechos para perseverar en firme, y mantenerse fiel a la formación heredada de sus progenitores, de no capitular ante las adversidades.

18.- Es una verdad de a puño, que el ordenamiento social predominante en nuestro país, es propicio para desarrollar vicios que dañan hasta a las más firmes normas diseñadas para las correctas actuaciones.

19.- El medio social dominicano, no es moralmente salvable, porque la degradación ha llegado a una profundidad tal que hace imposible cualquier tentativa de mejora.

20.- Sostener firmemente que, aunque la colectividad dominicana está moralmente dañada, esto no quiere decir, en modo alguno, que no existen personas que individualmente sirven de ejemplo de acrisolada conducta ética y moral.

21.- Cada dominicano o dominicana, debe aspirar a que en el futuro surja en nuestro país, una comunidad de seres humanos que ajusten sus actos al correcto proceder moral, cívico, ético y ciudadano.

22.- Es de desear que la República Dominicana, cuente en el mañana, con un ente social que cada acto que ejecute esté marcado por la decencia y absoluta honestidad.

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