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Lágrimas de cocodrilos y lamentos inmerecidos

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Observo caras tristes y hasta ojos lacrimosos por  los recientes choques entre facciones peledeista en el Congreso, cuál de las dos peor.

Los lamentos inundan los medios del sistema.

Abundan las bocinas y semi-bocinas, torpes e inteligentes, compungidas porque el PLD se descompone, porque la violencia que diariamente y en mucho mayor escala han aplicado sus gobiernos contra los dominicanos/a de a pie, está llegando al entorno de esa madriguera que se llama Poder Legislativo, afectando a una de sus facciones.

No faltan quienes en lugar de preocuparse por los graves daños y sufrimientos ocasionados por la corporación morada a la Nación, se muestran angustiado por su división, al tiempo de clamar por la estabilidad de una democracia inexistente.

Recordemos que cuando los “come-solos” subieron las escalinatas del Palacio Nacional acuñaron el termino de que el  “poder hay que usarlo” y en verdad lo usaron para robar, enriquecerse, abusar, atribuirse privilegios, reprimir e incluso torturar y matar a la juventud empobrecida de los barrios; para reprimir movimientos sociales en lucha y protestas gremiales, populares y estudiantiles.

Ahora una de sus pandillas ha saboreado una pequeñita dosis de ese uso perverso del poder y pegan su grito al cielo.

Pero además, nunca hemos a esos diputados leonelistas en los Gobiernos de Leonel salir a la calle a acompañar al pueblo hambreado, pateado e indignado; mucho menos a fajarse con la policía y el ejército durante las innumerables protestas que se escenificaron a lo largo y ancho del país.

Y al Ministro Bauta, ¿acaso lo vieron en esos menesteres mientras se enriquecía dañando más aun la salud pública y el medio ambiente?

  • UNA PELEA ESPURIA.

Ese pleito, queridos lectores, es un pleito entre mafias políticas, motivado de parte y parte  por ambiciones espurias.

Esa Constitución neoliberal y anti-democrática, que sirve de base a esta dictadura mafiosa, no merece ser defendida; ni esa reforma constitucional, que de reforma no tiene nada y de contra-reforma para la perpetuación despótica y la continuidad de corruptela tiene demasiado, merece respaldo alguno.

Ese, repito, es un pleito entre políticos delincuentes, una parte detentando el gobierno y otra por recuperarlo, para hacer lo que han hecho o lo que están haciendo: robar, corromper, abusar, facilitar la explotación y el saqueo de las grandes corporaciones, aceptar el coloniaje de EEUU…

Y si el pleito es entre esas facciones y esos capos –y lo es- y los daños se le cargan a esta institucionalidad degradada y a un sistema de partidos corrompido –como también es cierto- no hay nada que lamentar desde el campo popular.

Es bueno que un PLD en decadencia se siga descomponiendo y ojala que todos los sectores gravemente perjudicados por su nefasta gestión puedan contribuir a su destrucción o colapso.

Eso ni es para lamentarse, mucho menos para llorar, salvo las lágrimas propias de aquellos cocodrilos que con el desplome de su corporación preferida tienen mucho que perder.

  • OJALA ESTALLEN EN PEDAZOS.

Ese destino debemos deseárselo a todas las derechas, oficialistas y opositoras, a todas sus facciones y al sistema político-institucional que han conducido a este país a este estado de descomposición.

Menos aun debe preocuparnos la posibilidad de que su gobernabilidad o “gobernanza” entre en crisis, ni que siga madurando la quiebra de las instituciones por ellos asaltadas.

¡Que se preocupen ellos!

¡Que lamenten ellos su propio fracaso!

Pero además, ¿cuántas bombas lacrimógenas les han lanzado las policías de Leonel y Danilo a los habitantes de los barrios empobrecido (niños/as, mujeres embarazadas y ancianos/a incluidos/as) y a las protestas y huelga populares? ¿ Cuánto escopetazos? ¿Cuántas balas de armas de guerra? ¿Cuántas muertes, heridas y ejecuciones y mutilaciones extrajudiciales han provocado sus “cirujanos”?

Pareciera que  a los “hijos e hijas de machepa” los gases ardientes no les producen neumonitis, que los niños pobres no se asfixian o que a quienes se les aplica constantemente la técnica de “los cirujanos” y las bandas criminales de la PN y la DNCD son una especie de la “población sobrante”, según la jerga neo-liberal.

Lo constante  si es, que cuando son gaseados, baleados o torturados, no tiene ni sillas de ruedas, ni ambulancias ni cuidados intensivos a su alcance.

La pobrecía dominicana, sus penurias, su opresión estructural, la violencia económica, social, policial que la agobia cada día, son definitivamente invisibles desde las perfumadas y “encorbatadas” salas del Congreso, el Palacio Nacional, el Ministerio Público y el Poder Judicial.

La permanente negación de derechos a los y las de abajo  es imperceptible desde las mieles del poder público y privado.

La alarma solo se produce cuando ocasionalmente pellizca a alguna facción encumbrada.

 

 

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