REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La justificación va más allá de la controversia eterna entre aquellos que son “team invierno” o “team verano”. El sol y los días de calor mejoran el humor de las personas, y así está comprobado científicamente. Al parecer, el sol brinda ese factor de bienestar que tanto se extraña durante los meses más fríos y oscuros del invierno.
Y si bien en medio de la pandemia por COVID-19 se tomó conciencia de la importancia la radiación solar como vehículo para que el cuerpo absorba vitamina D, una hormona que se encuentra en la naturaleza y que regula la homeostasis mineral y esquelética y modula el sistema inmunológico innato, al parecer los beneficios del sol para la salud van mucho más allá.
Lo cierto es que varias investigaciones dan cuenta de que los índices de depresión y las tasas de suicidio son mayores en los países donde el clima es más hostil. Pero, ¿qué tiene la luz del sol hace que las personas se sientan tan felices? Aquí está la ciencia detrás del por qué la radiación solar y las altas temperaturas son tan buenas para las personas.
La mayoría de las personas estará de acuerdo en que es difícil sentirse infeliz bajo el sol. Esto se debe al vínculo entre la luz solar y los niveles de serotonina, la hormona que hace sentir felices. También es por eso que las personas son más propensas a desarrollar el trastorno afectivo estacional (SAD) cuando llegan los días más cortos del otoño, y se acerca el invierno con menos horas de luz, según publicó The Telegraph.
Mucha investigación respalda esta idea, y un reciente estudio realizado en Australia encontró que las personas tenían niveles más altos de serotonina en los días soleados que en los nublados. Los niveles elevados de esta hormona generalmente conducen a una mayor sensación de satisfacción y tranquilidad y a niveles más bajos de depresión y ansiedad.
Aunque la conexión aún no está completamente establecida, los investigadores especulan que esto podría deberse a la forma en que la luz ultravioleta obliga a los melanocitos, las células que producen pigmento oscuro en la piel, a liberar endorfinas.
La exposición regular a la luz solar estimula la producción de melatonina, la hormona que ayuda a regular el ciclo de sueño y vigilia del cuerpo. Esto fomenta la sensación de somnolencia, lo que permite a las personas dormir más fácilmente por la noche, y por ende sentirse más felices durante el día. La melatonina también ayuda a regular el ritmo circadiano -el reloj interno del cuerpo que indica cuándo estar alerta y cuándo descansar, que puede desincronizarse por la exposición a la luz azul de la tecnología, los patrones de trabajo interrumpidos y la contaminación lumínica-.
Asimismo, las investigaciones muestran que la amígdala, la parte emocional del cerebro, es significativamente más reactiva después de una mala noche de sueño, lo que significa que es más probable que alguien que no durmió bien se sienta más propenso a estar malhumorado durante el día. Así es que podría inferirse que el tiempo que alguien pasa bajo el sol puede ayudar a dormir profundamente.
Aunque parezca no tener relación, incluso el impulso sexual se ve afectado por el tiempo que las personas pasan bajo el sol, lo que podría explicar -además de los altos grados de estrés sufridos durante la pandemia- por qué muchas parejas notaron que su libido se redujo durante el confinamiento.
Investigadores de la Universidad Médica de Graz en Austria descubrieron que pasar sólo una hora bajo el sol puede aumentar los niveles de testosterona de un hombre en un 69%, lo que, a su vez, ayudará a equilibrar su estado de ánimo, el deseo sexual y la función cognitiva. Los expertos atribuyen esto al papel de la vitamina D, que se produce después de la exposición a la luz solar.
Y lo mismo ocurre con las mujeres: investigadores en China realizaron un estudio en mujeres posmenopáusicas e identificaron un vínculo entre los niveles bajos de vitamina D y los niveles bajos de estrógeno, la hormona sexual femenina.
La vitamina D también es crucial para ayudar al organismo a absorber el calcio, que es responsable de fortalecer los huesos. La falta de vitamina D, por el contrario, se asocia con osteoporosis, raquitismo y enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide (AR).
Una revisión de la Biblioteca Cochrane encontró que las tasas de caídas en las personas mayores, que se deben en parte a los efectos de la fragilidad de los huesos, podrían reducirse en más de una cuarta parte si las personas mayores recibieron suplementos de vitamina D.
Sin embargo, más allá de lo que se pueda suplementar, la luz del sol puede ayudar: más del 90% del requerimiento de vitamina D de una persona tiende a provenir de la exposición casual a la luz solar, lo que la convierte en la mejor fuente de nutrientes. En promedio, los expertos creen que las personas deberían pasar de 10 a 30 minutos a la luz del sol del mediodía, varias veces por semana.
Si bien la mayor parte de la investigación sobre la luz solar y el cerebro se centró en los valores de serotonina, una dosis de vitamina D también podría ser buena para el intelecto, según estudios en la materia.
Científicos de la Universidad de Manchester descubrieron que los niveles más altos de vitamina D están relacionados con una mejor capacidad mental en hombres de mediana edad y mayores. A los hombres del estudio se les evaluó la memoria y la velocidad de recolección, así como el estado de ánimo y los niveles de actividad física, antes de que se les tomaran muestras de sangre. Los investigadores encontraron que los hombres con niveles más altos de vitamina D se desempeñaron consistentemente mejor que aquellos con niveles más bajos.
El doctor Rangan Chatterjee es médico de cabecera y autor de Feel Great, Lose Weight, y explicó que la luz se mide en una unidad llamada “lux”. Así es que si una persona pasa 20 minutos al aire libre, incluso en un día nublado, estará expuesta a alrededor de 10.000 lux, en comparación con 500 lux si pasa más tiempo en el interior.
Esto es particularmente importante para los niños, según investigadores del King’s College London, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quienes descubrieron que la exposición regular a la luz solar redujo el riesgo de miopía en niños y adultos jóvenes. ¿La causa? Ayuda al ojo a producir dopamina, que favorece al desarrollo ocular saludable.
Asimismo, la exposición a la luz natural también puede ayudar a reducir la fatiga visual de los adultos, que va en aumento desde el inicio de la pandemia debido al incremento del tiempo frente a las pantallas y menos descansos naturales en la jornada laboral.
Una investigación realizada por la Universidad de Southampton en 2018 expuso a los participantes con un rango normal de presión arterial a la luz ultravioleta. Y luego de diversas observaciones descubrieron que, después de la exposición, los participantes vieron una disminución modesta en sus niveles de presión arterial, lo que podría deberse al papel del óxido nítrico almacenado en las capas superiores de la piel.
Es que cuando la piel reacciona a la luz solar, hace que los vasos sanguíneos se ensanchen, moviendo el óxido al torrente sanguíneo.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email