SANTO DOMINGO.- La Operación Falcón ha venido a subrayar la forma en que el narcotráfico y todas las modalidades del crimen organizado han logrado infiltrar y afianzarse en áreas de poder en diferentes administraciones del Estado, independientemente del partido político que esté de turno.
Como parte de este proceso de degradación moral y de expansión del crimen en diferentes estamentos, hemos tenido sonados casos con personajes extranjeros, pero también dominicanos señalados como capos poderosos que movían toneladas de drogas hacia Estados Unidos y Europa.
Basta recordar a Figueroa Agosto, quien después de operar a sus anchas durante 10 años e interactuar en diferentes círculos de la sociedad, como si fuera una figura honrada y respetable, comenzó a ser perseguido y finalmente detenido como un gran operador de drogas.
También recordamos el caso de Arturo del Tiempo Marqués, detenido y extraditado a España por participar en acciones de narcotráfico internacional, a pesar de que hasta ese entonces su nombre figuraba con reconocimiento como un inversionista del área inmobiliaria.
Casos mas recientes incluyen el de Cesar el abusador, quien logró burlarse de las autoridades escapando a Colombia donde fue apresado y espera su extradición a EEUU.
Y hace unos meses, el del diputado de Santiago Miguel Gutiérrez, preso en Miami, junto a un hermano suyo y otros dos acusados, también hermanos.
Es preocupante que, además de usar el país como puente, el narco pague también en especie, lo que ha dado lugar al microtráfico y a que también sus tentáculos se muevan para influir en la votación de posiciones electivas.
Todo esto mueve a reflexión en la sociedad y sus representantes porque la lucha contra el narcotráfico y su incidencia tiene que conllevar acciones firmes y coordinadas, para de una vez por todas, sea imposible el financiamiento de campaña de estos personajes, que logran instalar en el poder a dirigentes políticos de su preferencia.
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