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Batalla Electoral 2024

Las palabras de doña Ana de Cury

Hay quienes creen que Jottin se nos fue, pero no es cierto. El solía decir que Bécquer se equivocó al exclamar en uno de sus versos que los muertos se quedan solos. Y tenía razón, pues espíritus como el del Canciller de Abril fueron forjados por Dios para permanecer como símbolos vivos de paz y amor. Muchas gracias”. 

Julio Cury

Recientemente, Juan Daniel Balcácer puso en circulación un libro sobre el desempeño de mi padre como Canciller del Gobierno Constitucionalista de 1965. Le correspondió a su viuda, doña Ana, agradecer en nombre de nuestra familia la iniciativa del talentoso historiador. Estas fueron sus palabras: “Quisiera agradecer a la CPEP en la persona de su presidente, Juan Daniel Balcácer, por hacer realidad el deseo de Jottin, quien no obstante la reticencia que mostró en principio, terminó tan entusiasmado con la idea de la edición de este libro que hoy se pone en circulación, que cada vez que hablaba con su autor lo apremiaba a terminarlo.

Igualmente me permito agradecerle al Canciller, Miguel Vargas Maldonado, por ofrecer este lugar como marco adecuado para su presentación, lo mismo que a todos los presentes por acompañarnos a rendirle homenaje al papel que Jottin jugó en aquellos días ya lejanos y que se agravaron la trágica madrugada del 28 de abril de 1965 con el desembarco de los mismos marines de 1916.

La breve lucha de cuatro días, entonces virtualmente finalizada, continuó durante meses con un balance en vidas y daños materiales enorme. Nos dejaron sus tropas de ocupación y un gobernante seleccionado por ellos entre conversaciones seudo-diplomáticas y morterazos de ablandamiento.

Sin alardes de falsa modestia, la verdad es que Jottin logró, desde las teclas de su maquinilla Olympia, que gobiernos, instituciones y personalidades de todo el mundo levantaran generosamente su voz de protesta, aunque eso no impidió que fracasara el propósito que se perseguía, que no era otro que el de encauzar nuestro destino sin influjos de nadie.

Jottin amaba este país, su país, hasta el punto de decir que si el Líbano y la RD hubiesen llegado a enfrentarse con metralla, un apreciado amigo suyo se hubiera ido al país de sus raíces, pero él permanecería aquí. Esa dominicanidad la demostró con su participación en la guerra patria de 1965, empuñando sus mejores armas: la pluma y el verbo.

Hay quienes creen que Jottin se nos fue, pero no es cierto. El solía decir que Bécquer se equivocó al exclamar en uno de sus versos que los muertos se quedan solos. Y tenía razón, pues espíritus como el del Canciller de Abril fueron forjados por Dios para permanecer como símbolos vivos de paz y amor. Muchas gracias”.

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