REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en América Latina y el Caribe (ALC), pero sobre todo aquellas de menor tamaño, han sido las que más han sufrido el impacto de la crisis causada por la Covid-19, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que insta a los Gobiernos a invertir en su resiliencia.
«Las empresas de todos los tamaños se han visto afectadas negativamente por la pandemia en todos los países. Sin embargo, las PYMES -y en particular las pequeñas empresas- han experimentado mayores caídas sostenidas de las ventas, así como han afrontado mayores tasas de cierres permanentes que las grandes empresas», asegura un documento del director regional del PNUD, Luis Felipe López-Calva.
El texto destaca que en el caso de las empresas y la capacidad de responder ante un periodo de vacas flacas, el tamaño importa.
«Su tamaño también es importante. A menudo, las empresas más grandes pueden tener una mayor capacidad para capear una crisis como la de la Covid-19. Por ejemplo, si su tamaño les permite acumular una mayor reserva de efectivo, obtener un acceso más fácil a la financiación, invertir en infraestructura de teletrabajo, adaptarse a la prestación de servicios de entrega a domicilio o diversificar su negocio en múltiples ubicaciones», recoge el escrito.
Las pymes, una fuente primaria de empleo
Para la ONU, la importancia de las PYMES estriba en que América Latina y el Caribe, «al igual que en muchos países de ingresos medios y bajos, las PYMES son una fuente primaria de empleo y un proveedor clave de bienes y servicios para una gran parte de la población».
«Se estima que las PYMES representan hasta el 99,5% de todas las empresas de la región, el 60% de la población empleada y el 25% del PIB», sostiene la nota.
Como ejemplo, ofrece una instantánea de las PYMES de la economía formal en los sectores de la manufactura y de los servicios con más de 5 empleados.
Además de constatar que, en término medio, generan el 55 % del empleo en estos sectores, también refleja el peso de estas empresas por países. Desde Belize, donde genera el 86 % del trabajo, hasta Chile y México donde solo emplean al 17 % de los trabajadores de ambos sectores.
El caso de El Salvador, Guatemala, Honduras Y Nicaragua
Por otra parte, en un estudio más pormenorizado, centrado en cuatro países -El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua-, el PNUD constata como entre el estallido de la crisis hasta agosto de 2020, las pequeñas empresas de El Salvador y Honduras sufrieron caídas de las ventas de hasta el 60 %, que comenzaron a recuperarse entre esa fecha y enero de 2021.
Otro dato que destaca la PNUD es que si bien hasta agosto de 2020 pocas empresas cerraron, a partir de ese momento y hasta enero de 2021 los cierres se aceleraron y, por ejemplo, en Honduras el 5,5 % de las pequeñas empresas echaron el cerrojo, y en Nicaragua el 3,5 % corrió la misma suerte.
Aunque el PNUD reconoce que no tiene datos suficientes para un análisis homogéneo y pormenorizado, apunta también como ejemplo que, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México, entre mayo de 2019 y septiembre de 2020, en este país norteamericano cerraron definitivamente aproximadamente un millón de empresas micro, pequeñas y medianas, es decir un 20,8 % del total de MIPYMES.
Un llamado para invertir en las pymes
El PNUD califica a las PYMES como una «fuente crítica de empleo y de prosperidad económica» para muchas comunidades de la región, por lo que considera que es esencial trabajar para ofrecerles respaldo «en el camino de la recuperación».
Aunque reconoce que «el apoyo a las empresas en dificultades (y a sus trabajadores) ha sido una parte central de las estrategias de alivio económico de los gobiernos a lo largo de la pandemia», considera que «muchos países de ALC se han enfrentado a retos para proporcionar un apoyo adecuado a las PYMES».
La nota defiende la importancia de invertir tanto en la resistencia como en la productividad de estas empresas para que puedan convertirse en un «fuerte motor de la recuperación económica en la región».
Para ello, propone a los países de la región que aborden «algunas de las barreras estructurales a las que se enfrentan las PYMES, como el acceso a la financiación, las inversiones en digitalización e innovación, las cargas regulatorias o los desafíos más amplios en el entorno propicio.