REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Alrededor del 13% de la población adulta mundial (11% de los hombres y 15% de las mujeres) eran obesos en 2016 . La prevalencia mundial de la obesidad casi se triplicó entre 1975 y 2016, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hoy se estima que 38,2 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso u obesidad. Esta es una problemática clave porque repercute en un enorme número de dolencias. Esa es la razón por la que los investigadores continúan desentrañando el papel complejo que juegan los diferentes condicionante que pueden llevar a padecer exceso de peso.
La inflamación en la obesidad es una de las variables que se encuentran en estudio, en concordancia con la influencia que tiene en los efectos posteriores, como la resistencia a la insulina, el control de la glucosa y el riesgo de diabetes. Un nuevo estudio publicado recientemente en Nature Metabolism ha agregado nuevos conocimientos en este espacio, demostrando cómo las temperaturas frías pueden estimular la liberación de una molécula que revierte este tipo de inflamación y reduce el peso corporal en ratones, sentando las bases para nuevas terapias que inducen efectos similares en humanos.
A cargo de una multitud de especialistas que incluyen científicos del Centro de Diabetes Joslin, del Hospital Brigham and Women’s, de la Universidad de Cambridge y de la de Boston, el estudio buscó ampliar la comprensión de las formas en que la inflamación crónica de bajo grado puede conducir a problemas de salud relacionados con la obesidad.
Estudios previos habían demostrado que la exposición al frío puede mejorar la sensibilidad a la insulina tanto en humanos como en roedores, y también que puede generar mediadores lipídicos de la inflamación en lo que se conoce como grasa parda. Esta se diferencia de la grasa blanca (el tipo que almacena el exceso de energía) en que quema lípidos y glucosa para generar calor corporal y mantenernos calientes.
En este sentido, la grasa parda se considera una grasa “buena” y, por esta razón, se encuentra en el centro de muchas investigaciones sobre la obesidad destinadas a convertir una en otra para ayudar a abordar el exceso de peso corporal y los problemas de salud relacionados con la obesidad.
Este nuevo análisis involucró a ratones alimentados con una dieta occidental típica alta en grasas para hacerlos obesos. Luego, los animales fueron expuestos a ambientes fríos con temperaturas de alrededor de 40 °F (4,4 °C), y los científicos descubrieron que su sensibilidad a la insulina aumentaba y su metabolismo de la glucosa mejoraba. Su peso corporal también disminuyó en comparación con los ratones de control mantenidos a temperaturas neutrales y, de manera crítica, los científicos encontraron reducciones significativas en la inflamación.
Las investigaciones revelaron que estos efectos dependían de la producción de una molécula natural en la grasa parda llamada Maresin 2. “Descubrimos que la grasa parda la produce, y que resuelve la inflamación de forma sistémica y en el hígado. Estos hallazgos sugieren una función previamente no reconocida del tejido adiposo pardo en la resolución de la inflamación en la obesidad a través de la producción de este importante mediador de lípidos”, afirmó el coautor Matthew Spite, perteneciente al Centro de Terapéutica Experimental y Lesiones por Reperfusión del Brigham and Women’s Hospital y Harvard Medical School.
El descubrimiento se une a otros hallazgos sobre la forma en que se comporta la grasa en respuesta a diferentes temperaturas, como un estudio de 2020 que muestra cómo el entrenamiento de intervalos de alta intensidad en el frío puede aumentar la quema de grasa en comparación con el entrenamiento a temperaturas neutrales.
Si bien Maresin 2 se descompone demasiado rápido en el cuerpo para convertirse directamente en un medicamento, los científicos ahora están buscando análogos químicos más estables que puedan usarse para abordar la inflamación crónica asociada con la obesidad. “Una amplia evidencia indica que la obesidad y el síndrome metabólico están relacionados con la inflamación crónica que conduce a la resistencia sistémica a la insulina, por lo que interrumpir la inflamación en la obesidad podría ofrecer terapias prometedoras para las enfermedades relacionadas con la obesidad”, concluyó el coautor Yu-Hua Tseng, científico de la Sección de Fisiología Integrativa y Metabolismo del Joslin Diabetes Center en Boston.
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