Me apena que un amigo educado arguya “pregunten a Trujillo o Bukele cómo lidiar con delincuencia”. Aun la situación sea tétrica, la solución no es mágica ni repentina. Es con legalidad. Mejor preguntar en Noruega, Nueva Zelanda o Chile.
Sin imperio de la ley no hay paz. Mi amigo tiene razón en que los policías sometidos a la justicia por incidentes cumpliendo su deber requieren adecuado y merecido apoyo judicial, eso es parte de la legalidad. Pero no para impunidad ni abusos. Hay muchos, demasiados, policías delincuentes, arriba, abajo y en el medio.
El imperio de la ley —o sea, que nadie esté por encima de ella, que exista igualdad judicial y debido proceso al aplicarla— es el más poderoso antídoto contra la delincuencia, la corrupción y la impunidad. Está demostrado en los países donde se respetan los derechos y el Derecho. La reforma policial es lenta, pero merece apoyo.
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