A partir del 16 de agosto, tenemos nuevos diputados y senadores. Deben concentrarse en cumplir su misión, para evitar perder el rumbo y seguir cayendo en contradicciones; urge que los primeros meses, se dediquen a evaluar, despejar y organizar “su casa”, el Congreso; que procedan a sacar “la ropa” que no le encaja.
El Congreso de la Republica es un cuerpo bicameral, conformado por un Senado y una Cámara de Diputados; sus funciones son legislar, fiscalizar y representar. Con esta misión tan delicada, deben enseñar con el ejemplo; no violar las leyes, ejecutando acciones que corresponden a otras dependencias ni asignándose fondos por cada movimiento; eso es, abusar del poder y abofetear la miseria del pueblo.
Por el coronavirus, se ha acrecentado el desempleo y la pobreza en el pais; exigen que los líderes, sean más transparentes y honestos. Debemos comenzar por el Congreso, quien traza las directrices a la nación y debe ser ejemplar. Los congresistas que hacen leyes y abogan por su cumplimiento, deben comenzar, limpiando y organizando “su casa”, para disponer de calidad moral y cívica, para exigir limpiar la ajena. Deben ponderar la necesidad o no, de tantos legisladores, los exorbitantes incentivos, el realizar funciones de otras dependencias, descuidando su misión.
Estamos entre los países de América Latina con más legisladores. Tenemos 32 senadores, 31 por provincia y uno por el DN; tenemos 190 diputados; uno por cada 50 mil habitantes y 7 de ultramar.
Un SENADOR gana $320,000 pesos mensuales; además recibe 50 mil de gastos de representación; 25,000 para viáticos y 25,000 para dieta, 3,500 por cada sesión que asista, 2 exoneraciones de impuestos de vehículos. Un DIPUTADO, gana $ 175, 000 mensual, más 25,000 mil para viáticos y 25,000 para dietas, 3500 por cada sesión, 2 exoneraciones de impuestos por vehículos. Sin embargo, el mejor manjar de los legisladores viene del Fondo de Gestión Social de senadores y diputados, más bien conocido como “barrilito” y “cofrecito”, a través del cual reciben cientos de miles de pesos mensuales, que dúplica su salario y utilizan a su antojo en “ayuda social”.
Sabemos que hay una población sin protección social, pero si los congresistas quieren ayudarla, deben hacerlo legislando para incentivar la apertura de empresas y una estructura social en las provincias, que garantice fuentes de trabajo, desarrollar las potencialidades del pueblo, para cubrir sus necesidades básicas, en lugar de darle limosnas, para asegurar su voto.
Los congresistas, encargados de fiscalizar el cumplimiento de las leyes, la violan con el barrilito, ejecutando acciones que corresponden a otros organismos; pueden detectar la necesidad social y sugerirle que actúen, pero no hacerlo ellos, pues pierden concentración en su delicada misión. Sabemos que, en realidad, lo que buscan hacer con el cofrecito es campaña política durante cuatro años de gestión; erradicarlo debe ser una decisión general, no renuncia individual.
Indiscutiblemente, una de las primeras acciones de los legisladores debe ser ¡adecentar el Congreso!, concentrarse en su misión, reducir sus incentivos, quitar el barrilito, legislar para que, a partir del 2024, el número de legisladores sea menor; ponderar si los diputados de Ultramar son necesarios o si basta tener eficientes representantes del cuerpo diplomático en el exterior, en las embajadas.
Pido a Dios, que ilumine los nuevos legisladores, para que, con objetividad, honestidad y sin demagogia, comiencen a barrer y organizar el Congreso, pensando en el bien común; prediquen con el ejemplo, haciendo un mejor uso de los recursos del pueblo; y se concentren en legislar, fiscalizar y representar adecuadamente la nación.