REDACCIÓN.- El expresidente Leonel Fernández considera que el asesinato del mandatario haitiano, Jovenel Moïse, «parece y tener algo de tipo personal, porque en dos meses había elecciones en Haití y no se podía perpetuar».
En una entrevista con EFE en Madrid, donde acude a diferentes actos estos días, entre ellos uno de divulgación de su libro «Ideas en conflicto» en la Casa de América de la capital española, Fernández expresó su rechazo «enérgico» al asesinato de Moïse, «quien independientemente de ser un presidente es un ser humano y no se merecía esta tragedia».
Sin embargo, el expresidente dominicano mostró su extrañeza por la forma en la que se llevó a cabo, ya que «los magnicidios se cometen generalmente en las calles», como por ejemplo el del expresidente estadounidense John F. Kennedy «o el mismo Trujillo, el dictador dominicano, que lo mataron en una emboscada en la calle».
«Pero que venga un comando y penetre en su residencia, vaya específicamente a su habitación y lo ejecute es algo que creo que no tiene precedentes», indicó.
Fernández reiteró su impresión de que lo sucedido a Moïse «tiene algo de tipo personal, sobre todo porque el presidente salía dentro de meses, en dos meses había elecciones en Haití y el traspaso de mando creo que en febrero, o sea que no se podía perpetuar, no iba a seguir en el poder. Entonces ¿por qué a dos meses de las elecciones ocurre un hecho así de horrendo y que pone al país en una situación de ingobernabilidad y de vacío de poder?».
«Habrá que investigar las raíces más profundas de este crimen y qué razones o causas pudieron haberlo impulsado», remarcó.
UN PRESIDENTE CON ESCASO RESPALDO SOCIAL
El expresidente dominicano recordó que el mandatario haitiano ya había hecho referencias a amenazas de golpe de Estado «y había distintos sectores operando en contra de su Gobierno».
Pero también destacó que resultó electo en una segunda vuelta solamente con el 18% de la población con capacidad para votar «y de ese porcentaje el saca el 50%, de modo que su triunfo solo fue un 9% de los votantes haitianos, por lo que su nivel de legitimidad siempre fue débil, el pueblo haitiano no asumió ese proceso electoral».
Por eso, según Fernández, al no tener una base social sólida su mandato siempre estuvo sujeto a muchas protestas y turbulencias sociales: «El Gobierno nunca fue estable. La designación de un primer ministro que no fue aprobado por la asamblea y un viejo primer ministro que no salió todavía creó todavía más confusión».
«Todos esto abona la idea de la vulnerabilidad del sistema político haitiano, su ingobernabilidad crónica, y sin estabilidad política», dijo.
LA BANDA DEL G9
Pero además, el expresidente dominicano destacó la coalición de bandas criminales surgidas en este tiempo en Puerto Príncipe y representadas por el G9, una coalición de todas las existentes, autoras de secuestros, «más de 200 en el mes de junio, según las estadísticas», que impiden que los habitantes puedan salir de un barrio a otro y que tenía también declarada la guerra a Moïse.
«Haití es un país fuera de control, podría decirse sin que eso se pueda considerar peyorativo, que es un Estado fallido, donde no hay condiciones para la convivencia democrática y la gobernabilidad», remarca Fernández, quien ve un posibilidad en un nuevo intento de encontrar salidas al país caribeño en el Core group, el grupo de países amigos de Haití, entre los que está Canadá, Estados Unidos, o Francia.
Porque «Haití requiere orden interno e institucional, desarrollo económico, de infraestructuras, acceso al agua potable, a electricidad, a viviendas dignas, al empleo, a una educación de calidad, es decir, lo necesita todo. Por sí solo no podrá salir hacia adelante y será un problema no solo para República Dominicana, también para los países vecinos y otros lugares de América Latina», concluyó.
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