Juan Llado me hizo llegar un video bajado del Youtube con una sorpresiva y magnífica versión orquestal de La Bilirrubina, la popularísima composición de Juan Luis Guerra, interpretada por la Orquesta de Cámara de Siero, en la terminal del aeropuerto internacional de Las Américas, ante un público de dominicanos y turistas que disfrutaron a plenitud tan hermoso regalo. En un intercambio de correos Juan me expresó lo lamentable que le parecía que la iniciativa haya sido de músicos extranjeros y no de dominicanos y que no se diera con frecuencia en todos los aeropuertos del país, como bienvenida y demostración del espíritu alegre del carácter nacional.
La idea me pareció magnífica y me dije que la temporada navideña podía ser excepcional ocasión para campañas de esa naturaleza, no sólo en los aeropuertos, sino también en los centros comerciales, las plazas públicas, escuelas y universidades, con orquestas de cámaras y la propia Sinfónica Nacional, cuyas presentaciones se limitan a breves temporadas durante el año. El uso de la sinfónica permitiría expandir el interés por la música de calidad. También ayudaría a muchos jóvenes de talento a adentrarse en el mundo de la música, alcanzando a descubrir una vocación escondida a veces en la falta de oportunidades para encontrarla. Y sacaría a la más importante congregación musical de los reducidos espacios en que actúa, para disfrute solo de una pequeña élite que va a los conciertos del Teatro Nacional para deleite del espíritu y mostrar sus últimos trajes de moda en las fotos de las páginas sociales de los días siguientes.
En los feriados de Navidad, una dosis de buena música ayudaría al talante de la gente y a mostrar el lado festivo del carácter nacional, ayudando con ello a sobrellevar el peso de la aflicción que trae siempre consigo la interminable confrontación política que tanto distrae la capacidad del dominicano para las buenas obras.
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