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Batalla Electoral 2024

Los candidatos: sus orígenes, luchas y logros

Indiscutiblemente, los partidos políticos son escenarios para promover líderes; pero en cada posible representante del país, debemos buscar   valores; lecciones practicas sobre cómo agarraron las riendas de sus vidas, la importancia que les dan a la familia, como se proyectan en la sociedad.  Estos son indicadores de lo que hará por la nación; son señales de si vale la pena que ocupe determinada posición, si contribuirá al bienestar de la población o si solo buscará destacarse, promoverse, enriquecerse y llenar los vacíos que rechaza de sus orígenes y formación.

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Los representantes de una nación, esto es, presidente, senadores, diputados, alcaldes, etc. tienen la tremenda responsabilidad de buscar mecanismos para lograr paz, justicia social, progreso, el desarrollo integral de la misma. Por esos motivos, la población debe ser cautelosa al elegirlos; no solo debe ponderar el partido político a que pertenece, sino también el alma del candidato, la cual se pone de manifiesto en la forma como ha manejado sus orígenes, luchas y logros, pues estos son pinceladas de como actuará tras alcanzar determinada posición, donde algunos suelen olvidar su misión.

¿Cómo saber que esperar de cada candidato? Debemos conocer su esencia, su íntimo sentir, costumbres, valores morales, credo religioso si lo tiene, ¡su comportamiento! No es cuestión de abolengo, cara bonita, ni que sabe o no conceptualizar; importan sus raíces y accionar en las diferentes etapas de su vida. Su presentación la hace, cuando es capaz de decir como bregó con limitaciones económicas o con abundancia, como se abrió paso, como se levantó ante las caídas, como fue alcanzando las metas. Esa es su mejor fotografía, sin poses, la evidencia más creíble para la población.

Recordemos que el broche más valioso y hermoso que ponemos a nuestras vidas no es material, es espiritual, son los principios y valores que guían las acciones; lo lucimos cuando manejamos con honestidad y dignidad tanto la riqueza como la pobreza, tanto la abundancia como la escasez. La hipocresía y doble moral de un líder se observa cuando oculta su pasado, lo evade o retuerce porque le avergüenzan sus luchas. En posiciones publicas será el demagogo perfecto.

Ante la nueva realidad social que se espera tras la llegada del coronavirus, urge buscar representantes con madurez, capacidad, honestidad, laboriosos, con visión de futuro, conocedores de las transformaciones que necesitará la sociedad para el equilibrio y bienestar, capaz de buscar el equipo adecuado y con fuerte personalidad para vencer las barreras que impidan llegar a la meta.

Debemos dejar el fanatismo y ponderar con objetividad los que solo hablan bonito, haciendo propuesta o al “hijo de papi”; necesitamos representantes que actúen con firmeza y coraje,  con capacidad de enfocar las raíces de los males, con habilidades para combatirlos y edificar la nación sobre una plataforma donde todos tengan oportunidades de desarrollar sus potencialidades y disfrutar de bienestar.

Necesitamos gobernantes seguros de sí, que lo pongan de manifiesto en la forma como manejaron sus dificultades y retos personales.   Es posible que algunos se avergüenzan de su pasado, mientras otros no cesan de hablar de sus batallas; lo importante es saber cómo han vencido las adversidades en buena lid, logrando triunfos, levantándose tras las caídas. Sería estupendo tener senadores y diputados con ese perfil; así podemos reducirlos a la mitad, pues tenemos demasiado “hijos de fulano” y demagogos en el Congreso.

Indiscutiblemente, los partidos políticos son escenarios para promover líderes; pero en cada posible representante del país, debemos buscar   valores; lecciones practicas sobre cómo agarraron las riendas de sus vidas, la importancia que les dan a la familia, como se proyectan en la sociedad.  Estos son indicadores de lo que hará por la nación; son señales de si vale la pena que ocupe determinada posición, si contribuirá al bienestar de la población o si solo buscará destacarse, promoverse, enriquecerse y llenar los vacíos que rechaza de sus orígenes y formación.

 

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