ESPAÑA.– Los espacios verdes favorecen un mejor desarrollo infantil porque reducen los efectos de la contaminación atmosférica y el ruido, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Universidad de Columbia Británica con cerca de 30.000 niños y niñas en Canadá.
La mayoría de estudios relacionan la exposición a espacios verdes con un mejor desarrollo infantil, pero hasta ahora no estaba claro el por qué de esta asociación.
Ahora, el trabajo del ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa, apunta a que estos beneficios se producen, en parte, al reducir los efectos adversos de las exposiciones relacionadas con el tráfico motorizado, especialmente la contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (NO2).
Los espacios verdes se han relacionado con muchos beneficios para la salud en adultos, como una mayor esperanza de vida, mejor estado de salud mental, reducción del estrés y mejor desarrollo cognitivo.
En cuanto a la infancia, la evidencia científica es menor, pero se relaciona con un peso adecuado de los recién nacidos; mejor capacidad de atención, concentración, desarrollo emocional y del comportamiento; o mejores habilidades sociales.
De hecho, un estudio de ISGlobal concluyó que los niños y niñas que han crecido en vecindarios más verdes tienden a presentar mayores volúmenes de materia blanca y gris en ciertas áreas de su cerebro.
El nuevo trabajo, que publica la revista ‘The Lancet Planetary Health’, ha investigado la asociación entre la exposición residencial al espacio verde y el desarrollo de la primera infancia y ha evaluado hasta qué punto este vínculo está mediado por reducciones en la contaminación del aire y el ruido relacionados con el tráfico motorizado.
El estudio, financiado por el Instituto Canadiense de Investigación en Salud (CIHR), hizo un seguimiento de casi 30.000 niños y niñas, desde su nacimiento hasta los 5 años, en el área metropolitana de Vancouver (Canadá).
Los maestros de las guarderías evaluaron el nivel de desarrollo de los menores mediante una herramienta que mide la capacidad de los niños para cumplir con las expectativas de desarrollo apropiadas para su edad en cinco apartados: salud física y bienestar; competencia social; madurez emocional; desarrollo cognitivo y del lenguaje; y habilidades comunicativas y conocimientos generales.
También estimaron la exposición a espacios verdes, la contaminación del aire relacionada con el tráfico –partículas finas (PM2,5) y dióxido de nitrógeno (NO2)– y el ruido en el vecindario de cada niño.
El verdor se midió a partir de una nueva metodología basada en imágenes de satélite que cuenta los espacios verdes a menos de 250 metros de los códigos postales de sus viviendas.
Las conclusiones mostraron que «vivir en una zona con más espacios verdes, como árboles de la calle, jardines y parques, se asociaba con mejores resultados en el desarrollo durante la primera infancia», según los investigadores.
Además, hallaron que la relación entre el espacio verde residencial y el desarrollo de la primera infancia se explicaba, en gran medida, por la reducción en los niveles de contaminación atmosférica por NO2 y, en menor grado, por la reducción del ruido y la contaminación por PM2,5 en el vecindario.
«Aunque Vancouver es una región con proporciones relativamente altas de cobertura verde y bajas concentraciones de contaminación atmosférica, las conclusiones generales de este estudio pueden extrapolarse a Europa», aseguró Matilda van den Bosch, investigadora de ISGlobal que ha coordinado el estudio.
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