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Batalla Electoral 2024

Los insaciables en el camino bueno

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Joaquín Balaguer, el Presidente que superó a Maquiavelo, se hizo experto en el secuestro de la opinión pública como uno de sus recursos malévolos para mantenerse en palacio. Reducir al mínimo el disenso fue mucho más apreciado por él y los suyos cuando las circunstancias pusieron en jaque a las balas y el garrote con las cuales atestaron los cementerios nacionales. Y lo hicieron a través del chantaje.

Aquietaban a dueños de medios con exoneraciones de importaciones de todo tipo, pago de millonarias tarifas eléctricas y asignación de frecuencias; enriquecían a directores y otros ejecutivos de esas empresas accediendo a cuantas peticiones les hicieran; comprometían a periodistas, identificando sus necesidades y luego apareciéndose de repente a salvarlos con facilidades que iban desde pago de una clínica hasta fincas con todo y becerros de pura raza, permisos para importar y vender vehículos sin pago de impuestos, entrega de hasta diez apartamentos por persona, ser suplidores del Estado…

La piñata era tan grande como la ambición desmedida de los demandantes. Y el concepto inocultable de la factura: el silencio o el coro, según la conveniencia, y, en el fondo, una indeseable división entre periodistas que hoy se alarga.

Balaguer falleció a los 95 años el 14 de junio de 2002, después de haber sido siete veces presidente. Pero esa maña tétrica no murió con su muerte. Está “vivita y coleando”. Los gobiernos instalados desde el 1978 (Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, Leonel Fernández e Hipólito Mejía) han validado este método.

Así que la explosión mediática de la apropiación de las estatales cabañas del “Vacacional Ercilia Pepin”, en el norteño municipio Jarabacoa, provincia La Vega, es como un puntito en un universo inconmensurable.

Millones de tareas de tierra del Consejo Estatal del Azúcar han sido repartidas entre funcionarios altos y medios… Amigotes o familiares de ellos han sido designados en los productivos cargos de “compra y suministro” de las instituciones; igual que los suplidores de las mayores tajadas. Empresas medianas han sido fundadas con el robo al erario… Los testaferros son el principal soporte de esta cadena de corrupción; ellos administran miles de millones que, en el fondo, pertenecen al tesoro público.

Esta ratería no se agota sin embargo en los funcionarios estatales; abarca: empresarios, ejecutivos periodísticos codiciosos y reporteros chiriperos, gremialistas y sindicalistas, sin importar si son rojos, morados, blancos, amarillos, negros, azules…

Una plaga sedienta de enriquecimiento ilícito se ha desparramado sobre esta parte de la isla. La sociedad se corrompe a paso de gigante en una gran fiesta de repartidera donde se corona al ladrón y excomulgan al pendejo que no aspire a serlo. Se ha perdido la vergüenza y la capacidad de asombro. Y eso es lo grave.

Para desgracia del Partido de la Liberación Dominicana y aliados, que aspiran a ganar por cuarta vez la Presidencia, la población que decide luce hastiada, no tanto por la asfixiante crisis económica y social (en ella ha vivido siempre) como por el boato y las triquiñuelas de unos cuantos que, de tan acostumbrados a las fechorías, se creen invisibles ante los ojos de los demás.

 

Los insaciables casi han cerrado el “camino bueno” que el Presidente Fernández siempre antepone en sus discursos al “camino malo” que, para él, ha sido la oposición.

A un año de las elecciones presidenciales, al mandatario le quedaría entonces una opción para aunque sea reverdecer la esperanza en los votantes: un sacudión integral del gabinete y una remoción de los puestos donde  funcionarios medios cuadran su riqueza a base de mañoserías.

Mantener anteojeras ante esta realidad y creer en la imagen de payola mediática que ostentan funcionarios, tan temprano como el 20 de mayo de 2012, la gente expulsará del Palacio a Fernández y al PLD con el voto de castigo y desacreditados, y Danilo Medina se quedará lloroso y avergonzado al pie del “palo encebao” por la corrupción.

 

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