Redacción ciencia.- El paso del huracán María por Puerto Rico en 2017 hizo que los macacos rhesus que viven en la isla de Cayo Santiago se volvieran más tolerantes, incluso con sus antiguos competidores, y buscaran nuevas relaciones sociales, lo que sorprendió a un grupo de científicos que los estudiaban.
Un estudio que publica hoy Current Biology indica que las catástrofes naturales tienen la capacidad de unir a esta especie de monos, al igual que ocurre con los humanos en ese tipo de situaciones.
Estos resultados, según la experta, «son coherentes con una estrategia para obtener la tolerancia y el apoyo» del mayor número de personas y beneficiarse de una integración social más amplia, en lugar de centrarse en reforzar las relaciones con los socios clave.
Este aumento de la tolerancia hacia los demás, incluidos los extraños, también se ha observado en los seres humanos tras acontecimientos catastróficos que afectan ampliamente a poblaciones enteras, recordó la experta.
Cuando el huracán María azotó Puerto Rico, un equipo de científicos estaba allí estudiando a los macacos rhesus, que son conocidos como animales sociables, pero que además viven en una sociedad muy competitiva y pueden ser muy agresivos con otros miembros de su grupo.
Tras el paso de la devastadora tormenta, los científicos creyeron notar un cambio en la actitud de los monos, que parecían más tolerantes con otros individuos, incluidos los antiguos competidores, lo que les llevó a estudiar en profundidad las redes sociales tejidas en el grupo.
El equipo descubrió, con cierta sorpresa, que el cambio de estrategia de los macacos era bastante real, pues habían formado nuevas conexiones sociales después de la catástrofe, lo que dio lugar a una sociedad más tolerante en su conjunto.
Los investigadores esperaban que los monos utilizaran a sus aliados más cercanos para hacer frente a la devastación ecológica causada por María y que para ello invirtieran en sus relaciones ya existentes, según explicó otra de las autoras del trabajo Laurent Brent.
Por el contrario, los macacos ampliaron sus redes sociales y el número de individuos con los que toleraban compartir recursos limitados, por ejemplo un espacio a la sombra para sentarse, pues el huracán arrasó con gran parte de los árboles.
El equipo cree que sus hallazgos en Puerto Rico ayudan a responder a una gran pregunta pendiente sobre los beneficios que aportan las relaciones sociales y en el futuro quieren investigar los efectos a largo plazo de establecer o no nuevas conexiones sociales en un contexto extremo.
Así quieren saber si los animales con más contactos sociales viven más tiempo o tienen más descendencia que los que tienen menos, además, consideran que, en última instancia, los descubrimientos en macacos también pueden ayudar a entender a las personas y cómo se enfrentan a los extremos.
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