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Los peligros de la ironía

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Soy católico, quizás no el mejor católico, pero amo mi Iglesia a pesar de todas mis dudas. He llegado a entender que dudar es parte del paquete y si Dios en su omnipotencia hubiese preferido que mi fe fuera inconmovible, me la hubiera regalado así, como la de algunos santos.

El “caveat emptor”, o advertencia al lector, es pertinente porque cavilé mucho antes de decidir referirme al tema de hoy, tras leer lo siguiente que dijo su eminencia reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, presidente de la Conferencia Episcopal Dominicana, y según dicen algunos tan enllave del nuevo Papa Francisco que cuando están a solas le dice “Ché, Pancho…”.

Lo que dijo nuestro egregio cardenal fue esto: “Felicito a la ilustrísima jueza por la sapientísima sentencia que ha dado; en segundo lugar, felicito también a todos los comunicadores que se están beneficiando de todas estas ONG, esa pandilla de gente que anda por ahí repartiendo cuartos para hacer lo que les parece. Y en tercer lugar, pues nada, que siga la fiesta pa’lante, cada uno por su lado”.

Y también dijo: “El mundo de hoy, que es un mundo de farsantes, de comediantes, de ignorantes y de perversos, lo que anda buscando justamente es eso, que todas las cosas se hagan como les da la gana a dos o tres señores que están beneficiándose mucho de eso. El que quiera vivir con otro macho, que se vaya por su cuenta, pero que un Estado se rebaje, se ridiculice, se perverse (sic) dando categoría de matrimonio a casar a dos hombres o dos mujeres, jamás lo aceptaré, eso es una vagabundería”.

Momentos después de su declaración, llegó del Vaticano un mensaje de felicitación, posteado en una nueva página de Internet llamada “Nicoleaks”, diciendo: “Nicolás, seguro, ¡a los gays dales duro! Macho, de un cacho, ¡el obispo es un verraco! Expresiones como esta y otras parecidas fueron voceadas por jubilosos peregrinos reunidos frente a la Basílica de San Pedro al conocer las declaraciones de un cardenal caribeño al perder la Iglesia católica de su país un recurso judicial buscando impedir la divulgación de una campaña de educación sexual…”.

Recuerdo que el doctor Germán E. Ornes me decía que la ironía es peligrosa en la prensa. Quizás la Iglesia esté por encima de eso, pero al leer lo de arriba recordé a Torombolo: “¡Recórcholis!”.

José Báez Guerrero

[email protected]

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