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Los vientos de la historia

Hay vientos que tumban cocos y otros que no… Depende de la fuerza que tenga la brisa…

Los vientos pueden conducir a cualquier parte… Depende si son vientos del norte o vientos del sur. Depende…

El viento es libre. Sopla en cualquier dirección.

El viento es silvestre. Por lo tanto no siempre es previsible. Puede desviarse en cualquier momento y tomarnos por sorpresa. Puede ser suave o huracanado.

Es como el azar. O como las circunstancias que según Kars Marx tiene una categoría histórica. El cantor cubano Silvio Rodríguez lo explica fenomenalmente en una canción que llamó “Causas y Azares”:

“Cuando pedro salió a su ventana
No sabía, mi amor, no sabía
Que la luz de esa clara mañana
Era luz de su último día.
Y las causas lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
Poderoso, invencible.”

Y Pablo Milanés, también cubano, dice que “nadie sabe al día siguiente lo que hará”. El azar o las circunstancias, lo determinará.

Muchos líderes en todo el mundo a lo largo de la historia han pasado de la gloria al ostracismo, de la victoria a la derrota, de la libertad a la cárcel, de una vida esplendorosa llena de poder, a la muerte miserable. (Muchas veces merecida)

Trujillo terminó asesinado en el baúl de un carro en la autopista 30 de mayo. Salvador Jorge Blanco en la cárcel convertido en nada;  el presidente Ramón –Mon-  Cáceres cayó abatido un buen día en Moca. En 1899, también en Moca, el tres veces presidente del país, Ulises -Lilís- Heureaux fue muerto. Napoleón jamás pensó que terminaría desterrado y envenenado con arsénico. El dictador nicaragujense Tachito Somoza nunca pensó que un bazucaso lo desaparecería para siempre de la faz de la tierra. Mussolini, ni Hitler, creyeron que sus vidas terminarían como terminaron. César, el hombre más poderoso  del Imperio Romano y del mundo, no imaginó que sería traicionado y asesinato por una persona  que amaba, como Brutos.

Lenin, un clásico del marxismo, líder de la revolución proletaria rusa, uno de los hombres más brillantes de la humanidad, recibió un balazo saliendo de un congreso de la juventud comunista del cual no se repuso nunca.

John F. Kennedy no podía predecir lo que sucedería aquel 22 de marzo de 1963 en Dallas, Texas, cuando las balas impactaron en su cabeza dejando el mundo estupefacto.

¿Quién le iba a decir a Juan Pablo Duarte que moriría lejos de la patria que forjó, triste, viejo, solo y olvidado?

La historia enseña que los vientos no siempre soplan a favor, aunque uno crea que sí. Es por eso que “nadie sabe al día siguiente lo que hará”. Dicho de otro modo: Una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja.

Los vientos pueden soplar con fuerza hacía Najayo, La Victoria, el 15 de Azua o Moca, donde hay una cárcel modelo que aún no alberga ningún ex presidente de la República.

Los pueblos son impredecibles. Son ellos los que empujan el carro de la historia y por lo tanto deciden hacia donde soplan los vientos.

Yo espero que los vientos soplen en dirección contraria a lo que piensa el más corrupto de los presidentes que ha tenido la República Dominicana desde su nacimiento.

“Cuando acabe este verso que canto
Yo no sé, yo no sé, madre mía
Si me espera la paz o el espanto;
Si el ahora o si el todavía.
Pues las causas me andan cercando
Cotidianas, invisibles.

 Y el azar se me viene enredando

Poderoso, invencible.”

 

 

 

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