Luces infernales

Instalar sirenas, luces de policía, y similares artilugios, satisface algún oscuro deseo de egos enfermitos.

Quizás pocas cosas sean más reveladoras del Trujillito que llevamos dentro que los hábitos al conducir en calles y carreteras. Allantar o bravear con policías y Amet es un deporte nacional y mientras más “faltadores” o violadores de las leyes, más bocones y ridículos se ponen los choferes. Instalar sirenas, luces de policía, y similares artilugios, satisface algún oscuro deseo de egos enfermitos.

Un amigo me escribe desde Constanza: “En semanas recientes, conductores desaprensivos, sin sentido común pero con irresponsabilidad asombrosa, han instalado en sus vehículos unas barras de luces potentísimas que de noche ciegan a quienes vamos de frente, obligándonos a detenernos para no chocar. En carreteras de montaña, con curvas, subidas, bajadas y precipicios, ya han ocurrido desgracias por esto. Estos prepotentes no razonan que quizás quien va en el vehículo enfrente podría ser su papá, mamá, esposa, hijo, familiar o amigo, o cualquier otro humano que merece respeto y consideración. Las autoridades necesitan protegernos de estos vándalos abusadores”.

La queja de mi amigo merece atención y ojalá así sea.