Siempre habrá una lucha constante de aquellos que por defender sus intereses económicos e ideológicos querrán restringir o eliminar las conquistas que benefician a una mayoría, por lo tanto es deber estar vigilantes a propuestas que resultan ser un caramelo envenenado.
Al pueblo se le da derechos, no se le impiden y mucho menos se les quita; más allá del conservadurismo y del progresismo, es la colectividad y también la persona de manera individual los que debemos estar al acecho, no debe existir temor a abrirnos más como sociedad y mejorar lo ya conquistado.
Los derechos ganados son intocables y ganar aún más es un deber que se exige para avanzar como país, congelarnos y no adaptarnos solo nos permitirá anclarnos cuando indefectiblemente hay que avanzar, por supuesto sin caer en el libertinaje o el populismo.
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