Me quito el sombrero como me quito ahora el torozón que me ha anudado la garganta desde que supe la noticia de su repentina partida. Me quito el sombrero imaginario del respeto, en honor al sombrero que siempre cubrió su cabeza fértil de ideas, de creatividad, de inspiración, de innovación. Me quito el sombrero -su sombrero- ante el Fernando de Oro, de Pato Robao, de Marcela y… me pregunto: Dónde E’ Que Tú te Esconde, Donde?
Por supuesto que no se esconde Fernando, porque la gloria de su talento y su legado musical son demasiado luminosos para esconderse o perderse. Brillan y brillarán por siempre. Pero yo no me quito el sombrero simplemente ante sus temas, sino ante EL TEMA. El gran tema de su impronta en la música dominicana y caribeña. Fernando no fue un músico más u otro cantante que hizo canciones bonitas. Fue un creador que nos legó con estilo propio, un nuevo género musical que el Caribe reconoce y el mundo ha sabido bailar: El Fuson.
Podrá discutirse todo lo que se quiera, puedrán incluso aparecer otros por ahí reclamando paternidad o aportes (que seguro los hay) en la concepción y crianza del hijo llamado Fuson. Pero será muy difícil regatearle a Fernando y su Familia André, la auténtica originalidad y potestad sobre el mismo. Y digo esto, porque si de algo adolece este país es de poca memoria, exceso de euforia y una desfachatez asombrosa para el protagonismo patológico, casi mitómano.
Vale decir que el grupo de Fernando como siempre fue una Familia, han pasado por ahí muchos músicos talentosos, pero es evidente que el genio creativo y gerencial de Fernando fue la clave en todo el quehacer de la Familia André. Y es ante este fenómeno que yo me quito el sombrero y digo, y propongo y pido, que no se deje morir este legado, que si alguien quiere honrar la memoria de Fernando, la mejor forma es haciéndose cargo de este género, profundizar su búsqueda creativa, sumarle nuevos matices, nuevos colores, nuevas mezclas, nuevas fusiones.
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