Un día te despiertas y sin darte cuenta estas buscando en un montón de archivos un título específico de las tantas preparaciones, formaciones, carreras realizadas, para adjuntarlo en una entrevista de trabajo que sabes que tienes todas las posibilidades de ocupar el puesto. Pero te detienes un momento a pensar, ¿cuánto tiempo invertido en estudiar? ¿cuántas noches sin dormir, para terminar aquello que inicié con toda la ilusión del mundo? Y aquí estoy sin trabajo, pasando hambre y encima mi familia también, porque invirtieron lo poco que tenían con la esperanza de salir de la miseria.
¿Qué nos está pasando? ¿Será que estamos evolucionando como generación y ya no importan los títulos adquiridos? ¿o lo que importa es, el producto que más venda? Sin importar lo que aporte, lo que enseñe, lo que transforme.
Creo que cada tiempo tiene su momento y se respeta, pero lo que no podemos perder es nuestra responsabilidad como ciudadanos de educarnos para aportar a este mundo tan cambiante, aunque sea un granito de arena.
Sigo apostando por esa nueva generación que sí cree en la formación, en el bienestar del bien común. El nivel de responsabilidad es individual, pero repercute a nivel colectivo, de cada uno depende aportar o restar, de eso se trata la libertad.
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