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Meta común: la seguridad alimentaria

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Mario-Rivadulla-3001La información aparecida en la prensa no puede reflejar mayor angustia para los empobrecidos habitantes del otro lado de la frontera lo que, por razones obvias de una u otra forma se dejará sentir de este lado.

El gobierno provisional de Haití y las Naciones Unidas están solicitando de la comunidad internacional un urgente y abultado financiamiento de 193 millones 800 mil dólares para ayudar a conjurar la hambruna que ya está afectando a un estimado de 3 millones 600 mil haitianos.

Con un territorio totalmente depredado, donde según su propia admisión, apenas un dos por ciento conserva la capa vegetal, su muy precaria producción agrícola se ha visto seriamente reducida debido a la intensa sequía provocada por el fenómeno de “El Niño”.

Los efectos negativos de este se han dejado sentir con gran fuerza en otros países. Esto así, especialmente en Centroamérica, en particular en Guatemala, Honduras y El Salvador, donde cientos de miles de habitantes pobres ven su subsistencia amenazada por la falta de alimentos y para los cuales también se ha estado gestionando ayuda internacional. Demás señalar que en el caso específico de Haití, la situación señalada obligará a soportar una mucho mayor presión migratoria para este lado de la isla.

Por más que haya quienes de empeñen en negarlo con la misma absurda tozudez con que se pretendiera tapar el sol con un dedo, las consecuencias del efecto “invernadero” se están dejando sentir cada vez de forma más ostensible en la producción agrícola mundial. En el caso de nuestro país, la grave sequía padecida el pasado año y prolongada, aunque con un poco menos de intensidad en el presente, ha provocado pérdidas millonarias considerables a ganaderos y cosecheros, ocasionando el alza desmedida del precio de varios rubros de gran consumo popular.

Meses atrás, en el curso de una reunión con productores del agro, el Presidente Danilo Medina advirtió sobre esta situación y urgió a incrementar los esfuerzos para garantizar la seguridad alimentaria del pueblo dominicano. Esto implica adoptar medidas para proteger nuestra limitado inventario de tierras con vocación agrícola de la invasión provocada por la desordenada proliferación de proyectos inmobiliarios; el aprovechamiento y máximo rendimiento de cada pulgada de terreno apto para la siembra de alimentos de la manera más eficiente mediante el empleo de moderna tecnología, con incentivos y facilidades crediticias para los productores al tiempo de velar celosamente por la preservación de nuestros acuíferos y bosques.

Al presente, se estima que estamos produciendo más de las dos terceras partes y hasta entre el 80 y 85 por ciento de los alimentos de la canasta familiar para una población estimada en unos diez millones de habitantes en números redondos y para atender los requerimientos de la pujante industria turística, que ya suma unos seis millones de visitantes anuales en continuo crecimiento.

Pero echando una mirada de futuro al mediano plazo, para el 2025, es decir apenas a la vuelta de ya menos de nueve años, se calcula que nuestra población pudiera rondar los quince millones y el turismo logrado la meta de recibir diez millones de vacacionistas. A todo ello habrá que suma los mayores requerimientos del mercado haitiano y la necesidad de seguir consolidando y ganando nuevos espacios para nuestros productos del agro en el terreno internacional.

Esto supone llevar a cabo un esfuerzo productivo extraordinario, a fin de poder hacer frente a la demanda de ese significativo aumento de bocas que alimentar, lo que nos obliga a tomar conciencia inmediata de tan apremiante desafío, acelerar el paso y tratar de ser cada vez más eficientes para no naufragar frente al mismo.

Para lograrlo será preciso definir cuanto antes una estrategia común de trabajo, fomentando la necesaria colaboración entre el sector público y privado: el gobierno a través del Ministerio de Agricultura y el Banco Agrícola en primer término y de los demás organismos oficiales relacionados con el agro, en estrecha alianza de esfuerzos con los productores y sus respectivas asociaciones así como las empresas de servicio que les suplen insumos y tecnología, asumiendo la Seguridad Alimentaria como meta del más alto interés colectivo en la agenda nacional de desarrollo.

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