Michelle Bachelet ha vuelto a la carga con el tema de la violación de los derechos humanos en Venezuela. Semanas atrás, en su condición de Alta Comisionada de esa área de la ONU rindió un estremecedor informe ante el Consejo de Derechos Humanos del organismo, que puso al desnudo las detenciones arbitrarias, torturas y crímenes del régimen de Nicolás Maduro.
No se limitó a ello. Y puso también de relieve la crítica situación de abastecimiento, en especial de medicamentos y alimentos y el estado de miseria general en que el corrupto e inepto clan oficial ha hundido a uno de los países más ricos y prósperos del continente y del planeta, motivando el más nutrido éxodo que registra la historia de la región. Este involuntario exilio ha llevado a vagar por el mundo y a tocar a las puertas de otros países en reclamo del gesto solidario que les de acogida, a mas de cuatro millones de sus hijos, donde Colombia marca pauta de generosidad.
Fue un trabajo de campo. Dentro del mismo corazón de Venezuela. Hablando cara a cara con centenares de testigos que le dieron testimonio y visión de primera mano de los crímenes y atropellos del régimen. Lo comprobó y registró con pelos y señales. No apeló a argumentos sino a hechos y datos verificados. Un informe contundente avalado por el hecho de su parentesco ideológico. Es mujer que viene de la izquierda. Eso le concede mayor credibilidad tratándose de un régimen que priva de tal.
Ahora con este segundo informe, la Bachelet remacha y completa el anterior. De nuevo en Caracas, confirma que fueron desestimadas sus apelaciones al régimen para que desmantelara las Fuerzas de Acción Especiales de la Policía Nacional, cuyos miembros son los encargados del trabajo sucio de reprimir a los opositores, disidentes, protestantes y quejosos, y cuya cuenta soporta la mayor partida de culpa en los crímenes de Maduro y sus compinches.
Contrario a su recomendación el régimen le ha incrementado el apoyo a los más altos niveles de la jerarquía. Con ese respaldo de impunidad ha aumento la el accionar criminal del cuerpo represivo. Tan solo en el pasado mes de julio las FAES llevaron a cabo cincuenta y siete ejecuciones extrajudiciales debidamente documentadas por organizaciones no gubernamentales.
Comprobó además que los grupos que le prestaron colaboración para la elaboración del informe anterior han recibido amenazas por parte de elevadas autoridades del gobierno. La Comisionada ha llamado la atención al régimen de Maduro que las represalias por haber cooperado con las Naciones Unidas son inaceptables. Una advertencia inútil ante un régimen violador de todas las normas.
Las dos veces ex presidenta de Chile alerta además sobre un proyecto de ley mediante el cual se pretende penalizar las actividades de las organizaciones de derechos humanos que reciben apoyo financiero del exterior. El objetivo sería tender una cortina de humo sobre el carácter cada vez más represivo del régimen, algo tan absurdo como pretender tapar el sol con un dedo en una era de comunicación cada vez más global y abierta.
Maduro, Cabello el segundo de a bordo y cabecilla del cartel de drogas de “Los Soles”, integrado por la oficialidad militar adicta y el resto de sus amillonados compinches se han quedado sin margen de coartada. Difícil por su origen y su historia etiquetar a la Bachelet como una ficha al servicio de Washington.
No obstante, alguna canallada de seguro intentarán para tratar de arrojar lodo sobre su conducta tratando restar veracidad a sus demoledores informes. Para ello tratarán de apelar al viejo sistema de difamación utilizado con tanta eficacia por el desaparecido régimen soviético, copiada y empleada contra sus opositores por el régimen cubano interventor de Venezuela y encargado de replicarlo en la patria de Bolívar donde disfruta de decisiva participación en la toma de decisiones oficiales.
Será esfuerzo perdido. El desprestigio del régimen de Maduro es de tal magnitud que por mas que lo intenten no hay modo de disfrazarlo.