Windsor (Reino Unido).- En el pueblo de Windsor, última morada de la reina Isabel II, miles de personas aguardan la llegada de su féretro, para su posterior entierro en la Capilla de San Jorge.
Desde primera hora de la mañana, decenas de personas llegaban a la pequeña localidad al oeste de Londres en tren, pero los más intrépidos contabilizaban más de 20 horas de espera a la intemperie para conseguir la primera fila en el «Long Walk» (la gran avenida que conduce al castillo), el último camino que recorrerá la reina.
El féretro viajará durante los cinco kilómetros en los que el «Long Walk» corta el bosque de Windsor, antes de reposar en la Capilla de San Jorge, al lado del padre de la reina. Esa última procesión de la monarca comenzará a las 15.00 hora local (14.00 GMT), pero desde mucho antes los curiosos esperaban para conseguir el mejor sitio posible.
Las previsiones hablan de que unas 200.000 personas podrían darse cita en Windsor, menos de las que asistieron en 2018 al enlace entre el príncipe Enrique y Meghan, pero aun así un número muy por encima de la tranquilidad que habitualmente reina en este pueblo.
Los preparativos para este histórico momento comenzaron el pasado viernes, con la instalación de vallas de seguridad, el corte de calles y el posicionamiento de pantallas en este bosque, situado a los pies del castillo -residencia de la reina-, para poder seguir el funeral que se realizará en la Abadía de Westminster (Londres) por la mañana.
El frío, la falta de sueño y la amenaza de lluvia han sido los mayores trastornos a los que han tenido que hacer frente los miles de personas que han pasado la noche en la hierba de Windsor. La acampada, con tiendas, no ha estado permitida.
La seguridad es estricta, con controles de seguridad a la entrada, además de escáneres, chequeo de bolsas y perros en busca de explosivos.
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