Hace algo más de un año, Warren Buffett y Bill Gates, los hombres más ricos en Estados Unidos, cenaron en secreto en Nueva York con una docena de grandes fortunas del país para hablar de todo lo que podría llegar a hacer si juntaban su dinero. Fue un encuentro sin precedentes, que muchos llegaron a sospechar se trataba de una reunión clandestina para, en plena crisis financiera, ver cómo podían dominar el mundo, de la cual se hizo eco el periódico El País, de España.
Nada de eso. Se trataba justamente de lo contrario. En plan de amigos, los asistentes discutieron ideas para ver lo que podría hacer con sus fortunas en el ámbito de la filantropía. A ese encuentro siguieron otros, para dar forma entre bastidores a la campaña The Giving Pledge (El compromiso de dar). Hoy, casi medio centenar de multimillonarios se han sumado a la iniciativa y han hecho su manifiesto: destinar al menos la mitad de su riqueza a obras de caridad.
La crisis, en Estados Unidos, ha hecho disminuir las donaciones para caridad, pero las aportaciones prometidas pueden alcanzar los 675,000 millones
Se trata de un movimiento sin precedentes en el ámbito de la filantropía. Los primeros en apuntarse en esta especie de nuevo club fueron el constructor Eli Broad, el inversor John Doerr, el empresario Gerry Lenfest y el ex presidente de la tecnológica Cisco Systems John Mordridge. Hoy se han sumado el alcalde neoyorquino Michael Bloomberg, el fundador de Oracle, Larry Ellison, el magnate Boone Pickens y el emperador mediático Ted Tuner. Bill y Melinda Gates forman un club con otros potentados que se comprometen a donar la mitad de su fortuna a causas humanitarias
No hay dudas que el mundo ha elogiado el desprendimiento de estos multimillonarios que han renunciado a la avaricia, que es un pecado que afecta a la mayoría de las personas que acumulan grandes fortunas y no piensan en los desafortunados, lo cuales son millones alrededor del globo terráqueo.
No todos los millonarios existentes hoy en día piensan como este grupo, ya que muchos están tocados por la avaricia, tacañería, mezquindad, ambición, codicia, materialismo, egoísmo e idolatría. De esa iniciativa qué dirán los nuevos millonarios del patio que no le dan un centavo a nadie, y con muy raras excepciones, podría ser que algunos se acuerden de dar migajas de sus fortunas para causas humanitarias.
A lo mejor, los millonarios criollos, entre los que figuran políticos, empresarios, comerciantes y exitosos, profesionales en distintas áreas, se sientan estimulados por este grupo y se reúnan para dar algo de sus fortunas a miles de dominicanos que viven por debajo del nivel de la pobreza extrema, pero eso sería como pedirle peras al olmo.
La Biblia dice: «Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará y le dará vida; será bienaventurado en la tierra y no lo entregará a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirá su cama en su enfermedad», (Salmos 41:1-3).
Hay personas que no se sacian de acumular dinero, y la Palabra de Dios dice en Eclesiastés 5:10: «El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad».
En cuanto a muchos ricos, Dios dice en Ezequiel 33:30,31 que: «El corazón de ellos anda en pos de su avaricia». Mientras que en Mateo 6:19-21 Jesús añade: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan y hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».
Asimismo, en Mateo 6:24 Jesús manifestó que: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y estimará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas».
El apóstol Pablo, en Timoteo 6:17 dice: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos: atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna».
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