El viernes me apenó la noticia del deceso en Madrid de mi amigo el gran intelectual Carlos Alberto Montaner, cuyo sueño de ver libre y próspera a su amada Cuba deberá realizarse pronto…
Cuando nació en La Habana hace ochenta años, en 1943, ese país lideraba en varios renglones lo que hoy llaman índice de desarrollo humano. Sus ciudadanos, aún los más pobres, podían comer carne de res y quesos y otros productos lácteos, que la inmensa mayoría de la depauperada población actual sólo conoce por referencia. Las injusticias sociales, que las había, y la corrupción rampante de sus políticos, junto con la imprevisión de un empresariado que no supo defender su patria a tiempo, permitieron que los Castro secuestraran Cuba desde 1959, hace 64 años, sin que al cabo de tanto tiempo puedan enorgullecerse de casi nada excepto su alfabetización.
Debemos ver en ese espejo distante y borroso, muchas dolorosas verdades nuestras.
En 1982 Carlos Alberto reseñó mi primer libro, error de juventud mío, con tanta generosidad que casi me convence, pero era mayor su calidad humana que la del librito… Descanse en paz este gran demócrata cubano.
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