Con el advenimiento al poder en Colombia del ex guerrillero Gustavo Petro se acentúa el movimiento hacia la izquierda, hacia la “siniestra”, en América Latina. Nótese como al tomar posesión Petro saludó con el puño cerrado, la tradicional forma de saludar de los socialistas y comunistas europeos, en contraste con la mano abierta de los fascistas. Sin embargo, ha escogido como ministro de Hacienda a un elemento conservador, pero quien está auspiciando una reforma tributaria que grava a los ricos. Bajo la misma se recaudaría casi un 2% del PIB a través de impuestos y gastos que contribuyen a la igualdad y a la justicia social, con un sistema impositivo más progresivo, asignando los recursos así recaudados exclusivamente a programas sociales. Por ejemplo, establece un impuesto anual sobre la riqueza que grava a toda persona cuyo patrimonio neto excede US$750,000.
Este movimiento hacia la izquierda también tuvo lugar en Chile con Gustavo Boric cuya popularidad, por cierto, ha disminuido pues allí la inflación es de un 11% en contraste con un 9% entre los dominicanos. Pedro Castillo, el del sombrero, quien le ganó a la Fujimori es otro representante de la izquierda, aunque en este caso es un personaje muy errático, que prácticamente cada semana cambia un ministro y cuya aprobación está en apenas un 19%. En México tenemos a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) también de izquierda y en Argentina a Alberto Fernández. Es muy probable, por lo menos según las encuestas, que en las muy próximas elecciones brasileñas retorne al poder el izquierdista Lula da Silva, aunque su contrincante el presidente Bolsonaro insinúa que no permitirá elecciones libres, pensando tal vez en Donald Trump.
Si se da lo de Brasil entonces los seis países más grandes de América Latina tendrían presidentes de izquierda, a los que habría que agregar a la Venezuela de Maduro, la Cuba de Díaz Canel y la Nicaragua de Ortega. En marzo tendremos en Santo Domingo la Reunión Iberoamericana con la presencia del Rey de España, pero también probablemente con nueve presidentes de izquierda. Dudamos que se repita el célebre “¿Por qué no te callas?” del ya retirado rey de España en una de las cumbres anteriores.
Fuera de la izquierda apenas quedan Gustavo Lasso de Ecuador y los presidentes de la República Dominicana, Uruguay, Paraguay, Panamá y Costa Rica. Si en Estados Unidos los demócratas se mantienen en el poder, cosa que muchos dudan, el Washington liberal tendría que bregar con una América Latina esencialmente de izquierda y la cosa empeoraría aún más si Trump es reelegido. Ya la Corte Suprema norteamericana está en manos de la derecha.
Es triste ver cómo en nuestro país es muy difícil citar cuál de los tres principales partidos políticos, el PRM, PLD o La Fuerza del Pueblo, es de más izquierda o de derecha. Ni siquiera vale la pena estudiar sus declaraciones de principios o programas de gobierno, pues los incumplen. Podría ser que ante la ausencia de diferencias ideológicas tendríamos que escoger entre un presidente que ya lo ha sido durante doce años, otro que duró ocho años y uno que va por dos. Sería un análisis del pasado (“sí, mira para atrás”) y una evaluación sobre la personalidad de los candidatos, pero nada de ideologías ni de caras nuevas.
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