Mientras la expectativa de la población está mayormente centrada en las medidas que conllevará el nuevo estado de emergencia y la efectividad que podrá esperarse de ellas, en medio de una pandemia en plena expansión, también hay justificada inquietud acerca de las condiciones en que se iniciaría el nuevo año escolar.
Muchos padres de familia están preocupados por la salud y la seguridad de sus hijos cuando en algún momento se reabran las clases, aún con la aplicación de protocolos sanitarios cuya efectividad, fuera de previsiones y teorías, tendría que comprobarse en la práctica.
¿Quién garantiza, a pesar de programas y planificaciones, que estudiantes y también personal docente, no se verán expuestos a contagios, aun en el caso de que se organice cierto distanciamiento en las aulas y que las clases sean semipresenciales?
Estas inquietudes son particularmente pertinentes en el caso de las escuelas públicas, donde tradicionalmente hay una sobrepoblación de estudiantes que lleva a tener en las aulas un número de alumnos muy superior al que se aconseja para un adecuado aprendizaje y la interacción entre alumnos y profesores.
Hay muchas opiniones y propuestas que merecen ser debatidas y analizadas con detenimiento, entre las cuales figuran algunas formuladas por el actual ministro de educación y también el ministro del ramo ya designado por el presidente electo.
También la Asociación Dominicana de Profesores tiene su particular visión de la forma en que el problema podría ser asumido y lo aconsejable es que todos los pareceres sean puestos sobre la semana con sus respectivas argumentaciones.
Está fuera de discusión la importancia que se reanude la enseñanza pública y privada, pero en la actual coyuntura habría que plantearse si no sería preferible retrasar el año escolar, organizar un sistema de clases en remoto y hasta en caso extremo perder un año de docencia, ¿o acaso la salud y la vida humana no son más importante e irrecuperables cuando se pierden?
Siempre habrá la forma de recuperar el tiempo de enseñanza perdido y mantener mientras tanto a los estudiantes con algún programa de actividad docente por medios digitales, todo es cuestión de pensar detenidamente lo que resulte más viable y conveniente.
Mientras tanto, en lo que respecta a algunos colegios, especialmente aquellos en que hay que pagar por adelantado el año escolar completo, hay un serio inconveniente porque muchos padres no se han decidido a pagar hasta tanto todas estas inquietudes sean disipadas.
En ese sentido, la suerte de algunos colegios y de su personal, tanto docente como administrativo, está incierta porque son muchas las variables que están en juego y todas ellas difíciles de coordinar mientras la pandemia del Covid-19 siga como hasta ahora en un curso continuamente ascendente.
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