Ginebra.- Víctor Manuel de Saboya, hijo de Humberto II, el último rey de Italia, falleció hoy en Ginebra, donde su familia se exilió en la posguerra, a la edad de 86 años, según anunció un comunicado de la casa real de Saboya.
«A las 7:05 de esta mañana (6:05 GMT), falleció con serenidad, rodeado de su familia, su alteza real Víctor Manuel», indicó la nota de la casa nobiliaria, que reinó en Italia desde el nacimiento de ésta en 1861 hasta 1946 (y también brevemente en España, entre 1871 y 1873, con Amadeo I).
El fallecimiento del considerado por los monárquicos como heredero al trono de Italia (hubiera sido Víctor Manuel IV), se produce pocos meses después de que en 2023 él y su esposa, la excampeona de esquí acuático suiza Marina Doria, vendieran su mansión en las afueras de Ginebra y subastaran algunos de los objetos más exclusivos que habían atesorado en ella.
Protagonista durante su vida de muchas páginas de la prensa del corazón, pero otras veces también de la sección de sucesos, Víctor Manuel hubiera cumplido 87 años el próximo 12 de febrero, y tras vender su casa ginebrina se había mudado con su esposa a los Alpes suizos.
Nacido en 1937 en Nápoles de Humberto II y su esposa María José, hija del rey Alberto I de Bélgica, Víctor Manuel ya era a los nueve años heredero a la corona italiana, después de que su abuelo Víctor Manuel III abdicara tras haber apoyado al dictador fascista Benito Mussolini y su padre asumiera el trono.
Un honor que duró sin embargo poco más de un mes, ya que su padre, apodado «el rey de mayo», asumió el cargo el 9 de mayo de 1946 y se vio obligado a abandonarlo el 12 de junio, después de que los italianos optaran en referéndum por declarar la República.
Exiliados primero a Portugal, finalmente los miembros de la familia real italiana se establecieron en Ginebra, ciudad donde Víctor Manuel pasaría casi 60 años de exilio y conocería a María Doria, perteneciente a una adinerada familia local, cuando ambos hacían deporte en el lago Lemán, que baña la ciudad calvinista.
Humberto II se oponía a un matrimonio entre ambos, pero Víctor Manuel y María Doria no se casaron una, sino dos veces: la primera en 1970 en Las Vegas (EEUU), y un año después, por el rito católico, en Teherán, la capital iraní, donde el heredero italiano trabó amistad y llevó a cabo negocios con el sah Reza Pahlaví.
Al fallecer su padre en 1983, Víctor Manuel emprendió una larga campaña para pedir al Gobierno italiano que le permitiera regresar al país transalpino, ya que la Constitución republicana prohibía expresamente que la familia real pisara ese territorio.
No lo consiguió hasta finales de 2002, cuando, acompañado de su esposa y de su único hijo Manuel Filiberto aterrizaron en Roma para jurar la Constitución republicana y visitar en el Vaticano al papa Juan Pablo II, al que agradecieron su mediación con el Gobierno italiano para que permitiera este histórico regreso.
Víctor Manuel de Saboya estuvo por otro lado implicado en escabrosos sucesos que le llevaron en dos ocasiones a la cárcel, aunque brevemente y siendo finalmente absuelto de las principales acusaciones.
Uno de los más casos sonados se produjo en 1978 en Córcega (Francia), cuando se le acusó del homicidio del joven alemán Dirk Hamer en un tiroteo.
Fue absuelto por considerarse que la bala mortal no era de un arma de Víctor Manuel, aunque conversaciones posteriores de éste filtradas por la prensa italiana indicaron que podría haber engañado a los tribunales durante la investigación.
En Italia también estuvo involucrado en tramas de corrupción y otros delitos que le volvieron a llevar a la cárcel, aunque fue también absuelto finalmente.
En España, hace 20 años, con ocasión de la boda entre los actuales reyes Felipe VI y Letizia, Víctor Manuel de Saboya protagonizó un incómodo incidente en una cena privada ofrecida por el entonces príncipe de Asturias al golpear a su primo Amadeo de Aosta, con quien se disputaba el no reconocido título de heredero de Italia.
En Ginebra mantuvo un perfil más discreto, aunque su villa en Versenaz, a las afueras de la ciudad y célebre por su peculiar aspecto arquitectónico que simulaba ruinas clásicas, se convirtió en escenario de fiestas a las que asistían las celebridades, entre ellas el rockero francés Johnny Halliday.
En los últimos años no se le vio mucho públicamente, aunque todavía era un asiduo de las pistas de esquí en exclusivas estaciones de los Alpes suizos como Gstaad, y su hijo Manuel Filiberto sigue viviendo en Ginebra, aunque alterna estancias en la ciudad suiza con periodos en Mónaco, Estados Unidos o la misma Italia.
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