Kabul.- Un niño de tres años murió este martes tras permanecer más de 15 horas atrapado en un pozo de agua en el sur de Afganistán, el cuarto menor que fallece desde el mes pasado en un suceso similar en este país.
El pequeño Zainullah se encontraba en la mañana de ayer en el distrito afgano de Musa Qala, en la provincia de Helmand, cuando cayó a un pozo de agua de unos 90 metros de profundidad y no sobrevivió a las más de 15 horas que permaneció atrapado.
«Hicimos todo lo que pudimos, pero desafortunadamente el niño murió en el pozo de agua», lamentó a Efe el director del departamento de Cultura e Información de Helmand, Hafiz Rashid Helmandi.
Tanto el gobernador de la provincia como los servicios de inteligencia y rescate trabajaron contra reloj para tratar de sacar a Zainullah, agregó el director.
Antes de la tragedia, las autoridades de la región habían tratado de concienciar a la población «para que mantuvieran el pozo de agua tapado» con el fin de evitar que se produjesen incidentes de este tipo, pero sin éxito.
Las autoridades afganas reportaron desde el mes pasado la muerte de al menos cuatro niños tras caer a pozos de agua en las provincias sureñas de Kandahar, Helmand y en la oriental Zabul.
Una de las que más se recuerda y que causó conmoción en el país fue la de Haider, un pequeño de seis años que estuvo tres días atrapado en un pozo de agua en el este de Afganistán y que falleció el 18 de febrero poco después de haber sido rescatado con vida tras más de 50 horas de intensas operaciones para liberarlo.
Este suceso se produce en medio de una profunda crisis económica en Afganistán, por lo que los gobiernos provinciales tienen cada vez menos recursos para hacer frente a las emergencias o las necesidades básicas del país.
A pesar de que se han producido más casos de menores que han caído a pozos en Afganistán, ni las autoridades ni los familiares toman medidas serias para evitarlo, pues se les permite deambular libremente por las aldeas a partir de los dos años de edad.
La mayoría de los pozos se construyen en áreas rurales para hacer frente a la sequía o para cultivar amapola en zonas donde no llega el agua y carecen en general de cubierta, lo que incrementa las posibilidades de que caigan personas o animales.
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