La Organización de las Naciones Unidas cuenta con 193 miembros. Se trata de 193 Estados soberanos con reconocimiento internacional, propiamente considerados como Naciones en todo el sentido de la palabra. Basta con que una mente inquieta eche una ojeada a la lista para notar que países como los Estados Unidos de América, la República Popular China y la República de India comparten el mismo estatus de nación que la República Dominicana, el diminuto Nauru de Oceanía y la Federación de San Cristóbal y Nieves (más pequeño de los países del continente Americano). Llama pues la atención que el concepto de nación quepa en naturalezas tan dispares.Atrás parece haber quedado las unidad étnica como requisito de nación, si vemos el ejemplo norteamericano y el complejo crisol de razas que conforman dicha sociedad. Y, si también carece de importancia la extensión y características de un territorio; si evidentemente no se trata de desarrollo económico, político o social, entonces ¿qué es lo que realmente define una nación?Partimos de la unidad material que representa el territorio y sobre ella colocamos a un conglomerado humano que comparte un destino común determinado por una unidad histórica, por sus aspiraciones y sus sueños, por sus luchas, sus triunfos y sus fracasos. Hablamos entonces de voluntad de nación.Cuando hoy en día vemos a grandes segmentos de la sociedad dominicana unir sus voces en las redes sociales o aglomerarse en una plaza para declarar una aspiración, reclamar un derecho, manifestar aprobación o indignación ante determinado hecho político, económico o social, se demarca un destino y se reconoce la voluntad de nación. Y esto es algo muy bueno, pues mientras más se reafirme esa voluntad nacional, mayores esperanzas tendrá el progreso y el bienestar de la mayoría.
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