¿Quién iba a decir, seis años atrás, que esa muchachita traída sorpresivamente desde Santiago a la candelá judicial capitaleña, iba a pegar más duro que Mohammed Alí en sus mejores tiempos? ¿Quién podía imaginar entonces que esa apasible abogadita de provincia iría a duran tanto tiempo en la Fiscalía del Distrito Nacional, pese a tantas mareas y tormentas del tráfico de influencia de los poderosos? ¿Quién podía suponer que esa mijijita sería capaz, como en efecto, de usar con tan fina destreza la onda de David contra grandes villanos? (Por todo eso, que nadie invente: Yeni Berenice Reynoso merece seguir ahí).
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