Cómo darles a tus hijos una niñez feliz, pese a la separación
Santo Domingo-.– Criar a los hijos después de una separación o divorcio puede ser un desafío. Sin embargo, la crianza compartida demuestra que, con comunicación, paciencia y compromiso, es posible que los padres colaboren y los hijos crezcan seguros y felices.
Varios libros escritos o traducidos al español ofrecen estrategias concretas que pueden marcar la diferencia.
En el libro Padres separados: Cómo criar a los hijos en la separación y el divorcio, los autores Karen Bonnell y Kristin Little, con la colaboración de Aridela Trejo en la traducción, recomiendan mantener rutinas claras y una comunicación abierta y respetuosa, siempre enfocada en el bienestar de los hijos.
Hjos felices de padres separados
Los hijos de padres separados pueden ser felices
Escuchar al otro, más que ganar una discusión, fortalece el vínculo con los niños y genera un ambiente más seguro.
Por su parte, en Crianza compartida, el autor Nelson Zicavo Martínez destaca la importancia de buscar un rol complementario.
Cada padre aporta fortalezas diferentes: uno puede ofrecer estructura y orientación, mientras que el otro brinda flexibilidad y calma. Este equilibrio no se impone, se construye día a día con paciencia y respeto.
En Superando los desafíos de la crianza compartida, los autores Tyler Sullivan, Esq. y Matthew Sullivan, Ph.D. aconsejan manejar los desacuerdos sin involucrar a los hijos, promoviendo una relación de confianza y apoyo constante.
Asimismo, en Entre dos hogares, el autor Bradley Scott Craig ofrece estrategias para que los niños se adapten mejor a la dinámica de doble hogar y para que los padres celebren incluso los pequeños avances.
A partir de estas guías y experiencias de expertos, algunos consejos prácticos para implementar la crianza compartida incluyen:
Conversación abierta con la pareja
Hablar sin culpas ni reproches, buscando acuerdos en lugar de ganar discusiones. Escuchar también es cuidar el vínculo con los hijos.
Reconocer los límites del coparenting
No todo se puede controlar. Cada persona tiene su estilo de crianza y su manera de amar; aceptarlo puede traer más paz que intentar imponer una sola forma de hacer las cosas.
Buscar un rol complementario
Complementarse en lugar de competir, equilibrando estructura, flexibilidad, consejo y calma.
Involucrar a un mediador
Si las tensiones se acumulan, un mediador o terapeuta familiar puede ayudar a establecer acuerdos y suavizar la dinámica.
Reflexionar sobre el propio papel
Preguntarse “¿qué puedo hacer diferente yo?” ayuda a observar cómo nuestras propias reacciones influyen en el ambiente familiar.
Construir confianza a largo plazo
La confianza se reconstruye paso a paso, con coherencia y respeto. Los hijos perciben estabilidad incluso cuando persisten diferencias entre adultos.
Establecer su propio espacio
Cuidarse a uno mismo, tener tiempo personal y rutinas de descanso, es clave para sostener una crianza sana.
Tener paciencia y celebrar pequeños avances
Cada gesto de cooperación o conversación bien resuelta es una victoria. Las relaciones familiares no se miden por la perfección, sino por la intención de mejorar.