La Sociedad Interamericana de Prensa incluyó a República Dominicana, Estados Unidos y otros diez países –como Cuba, Venezuela y Bolivia— en una increíble resolución, instando a sus gobiernos a “desmantelar la cultura del secreto” y abstenerse de “obstaculizar y restringir el trabajo de la prensa”. ¡Recórcholis!
Llevo más de cuatro décadas ejerciendo el periodismo, como reportero, editorialista, profesor, director, corresponsal o productor; nunca ha habido aquí tanta libertad de prensa y de expresión como hoy. La SIP se queja de alegadas restricciones al acceso a información oficial como limitantes a la libertad de expresión y los derechos del público a estar informado. Pero no sé a cuáles restricciones se refiere, aparte de las partes oscuras de uno u otro fideicomiso oficial, que comoquiera la prensa desmenuza.
Más daño hacen: mucha innecesaria publicidad oficial (premio al darla y castigo al negarla); el denigrante lawfare y la comodidad de malos reporteros. Nadie desconoce incidentes particulares, como el del Canódromo, que pueden ocurrir hasta en Suecia, ¿pero “obstaculizar la prensa” como política oficial? ¡Diantre! Este cuento sí ha cambiado…
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