La crisis actual afecta de forma exponencial a la sociedad en todos sus ámbitos, ya sea de una manera directa o indirecta y como no, a las industrias de elaboración de bebidas espirituosas, consumidores de éstas y a los enfermos(adictos).
Escuchando las declaraciones hace unos meses de la presidenta del observatorio nacional para la protección del consumidor ONPECORD, Altagracia Paulino, “La venta de bebidas adulteradas se mantiene por la complicidad de las autoridades, incluyendo militares y policías”.
Pues efectivamente el alcohol no se adultera sólo. Lo adulteran aquellos que establecen toda una red delictiva en contra de la ciudadanía, desde el que lo adultera y los que lo permiten para beneficio propio; esto es sin duda alguna, un atentado a la salud pública, que por cierto este delito está penado por ley, y a día de hoy no he visto una noticia sobre los responsables de dichos crímenes, que ya se supera la cifra de más de 150 fallecidos y muchos pacientes con secuelas que lamentablemente pueden presentar de por vida.
Esto es una problemática lamentable de muchos años y que debe estar en agenda estatal como prioridad, ya que falta control por parte de las autoridades; porque muchas de estas personas que han sido víctimas de este consumo ha sido de forma involuntaria. Tal ha sido el caso de Armando Medina, que por disfrutar en familia casi encuentra la muerte y sin embargo otros, a sabiendas que es adulterado, lo consumen porque son enfermos (alcohólicos).
¿Acaso nos olvidamos del Clerén o Triculí?… una bebida de fabricación casera que también es adulterada con metanol, y que para acelerar el proceso de fermentación se utilizan desechos de aves, tripas de animales, cabeza de pollo, todo en estado de descomposición para una rápida fabricación.
No basta con desmantelar las fábricas que, por supuesto es parte de la solución, y tampoco podemos perseguir a los que consumen esta bebida de forma consciente, porque son drogodependientes y si no se les ofrece atención especializada, se cambia el lugar de la fabricación; porque el consumo lo necesitan y los verdugos siempre están al acecho para aprovecharse de estos enfermos.
Por el bienestar de todos se debería ofrecer ayuda a estos enfermos, a los que están en el hospital por consumo involuntario y para aquellos que no pueden controlar su impulsividad para consumir cualquier alcohol adulterado o no; porque el alcoholismo es una enfermedad crónica.
Es complicado resolver este entramado, si aquellos que están para protegernos son parte del problema.
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