“Nos preocupa profundamente observar entre nuestro pueblo un clima de temor y ansiedad en torno a la discriminación racial y la aplicación de las leyes de inmigración”, dice la declaración, aprobada casi por unanimidad en la conferencia anual de obispos realizada esta semana en Baltimore (Maryland).
“Nos preocupa profundamente observar entre nuestro pueblo un clima de temor y ansiedad en torno a la discriminación racial y la aplicación de las leyes de inmigración”, señala la declaración aprobada casi por unanimidad durante la conferencia anual de obispos en Baltimore (Maryland).
Es la primera vez en doce años que la USCCB emite una declaración especial, la cual solo puede aprobarse en asambleas plenarias con el voto favorable de dos tercios de los miembros. En esta ocasión, fue aprobada por 216 votos a favor, cinco en contra y tres abstenciones.
La última declaración de este tipo fue en 2013, cuando el episcopado respondió al mandato federal sobre anticonceptivos. Esta nueva declaración, sin embargo, tiene un carácter más político y social, al denunciar la retórica antiinmigrante y el trato inhumano hacia los migrantes.
También lamentaron que muchos inmigrantes hayan perdido arbitrariamente su estatus legal.
“Nos duele ver a padres que temen ser detenidos al llevar a sus hijos a la escuela y consolar a familias separadas”, señalaron. Además, destacaron la contribución de los inmigrantes al bienestar del país y pidieron vías legales y seguras para quienes buscan una mejor vida.
La declaración se produce poco después de que el papa León XIV, el primer estadounidense en alcanzar el pontificado, criticara la política migratoria de Trump, advirtiendo que muchas familias “se han visto profundamente afectadas” por la mano dura gubernamental.
El mensaje también representa un llamado de atención al vicepresidente J.D. Vance, converso al catolicismo, y concluye con una oración “por el fin del discurso deshumanizante y la violencia” y por una reforma migratoria significativa basada en el diálogo y la dignidad humana.